Nuestro capítulo continúa la profecía alusiva a Bavel del capítulo anterior.
La salvación de Israel (versículos 1-2)
Tras la caída de Bavel, el profeta describe la salvación de Israel. En este breve párrafo, el profeta describe la congregación de las diásporas. Los israelitas regresarán a su Tierra con la ayuda de otros pueblos que se convertirán en siervos y siervas de Israel: “Y los pueblos los tomarán y los traerán a su propio lugar; y los poseerá la casa de Iaacov en la tierra del Señor, por siervos y por siervas. Así tomarán cautivos a aquellos que los cautivaron a ellos, y tendrán el dominio de sus opresores” (versículo 2).
La parábola del rey de Bavel (versículos 3-23)
En este pasaje, el profeta habla sobre el rey de Bavel de una manera directa y se burla de él. La instrucción que presenta el profeta es la de asociar esta parábola al rey de Bavel, tras la derrota de Bavel. El profeta presenta al rey de Bavel como un hombre débil y carente de fuerzas, a pesar de su pensamiento inicial de que es fuerte y está colmado de honor. El rey de Bavel, en su fuero interno, pensaba: “Al cielo subiré, por encima de las estrellas más altas ensalzaré mi trono y me sentaré en el monte de la Asamblea (de los dioses), en el extremo norte” (versículo 13), pero resulta que “ciertamente a la morada de los muertos has sido precipitado, al fondo del hoyo” (versículo 15). La metáfora culmina con la proclamación de que Dios habrá de truncar la continuidad de Bavel: “Yo también Me levantaré contra ellos, dice el Señor de los ejércitos, y cortaré de Bavel nombre y resto, y posteridad y descendencia, dice el Señor” (versículo 22).
La promesa de la derrota de Ashur (versículos 24-27)
Dios jura “Yo quebrantaré a Ashur en Mi tierra, y sobre Mis montañas le pisotearé: entonces su yugo se quitará de sobre ellos, y su carga será quitada de sobre su hombro” (versículo 25). Hasta ahora fue mencionada Bavel, y en este breve párrafo, repentinamente, es mencionada Ashur. Los comentaristas debaten si el profeta se refirió aquí a Ashur o a Bavel.
La profecía de Pleshet (versículos 28-32)
Al final del capítulo es traída una “profecía” breve, alusiva a Pleshet. En el título se destaca que dicha profecía fue pronunciada “En el año que murió el rey Ajaz” (versículo 28). El profeta le anuncia a Pleshet una dura destrucción que incluye hambruna y muerte. Al final de la descripción de la destrucción, el profeta señala que en contraste con la destrucción de Pleshet, a Iehudá no vendrá un enemigo: porque “el Señor ha fundado a Tzión, y en ella se refugian los pobres de su pueblo” (versículo 32).