El título de nuestro capítulo es “Profecía (“Masá”) a Damesek”, a pesar de que sólo los versículos 1-3 se ocupan explícitamente de Aram, mientras que la continuidad del capítulo se refiere también a Israel, que cae junto a ellos.
La destrucción de Damesek y Efraim (versículos 1-3)
1 Profecía (“Masá”) de Damesek: He aquí que Damesek ha cesado de ser ciudad, y ha venido a ser montón de escombros. 2 Abandonadas están las ciudades de Aroer: para los rebaños serán, los cuales sestearán (allí) y no habrá quien los espante. 3 También la fortaleza dejará de existir en Efraim, y el reino en Damesek, y en lo que resta de Aram: serán como la gloria de los hijos de Israel, dice el Señor de los ejércitos.
A raíz de la destrucción (versículos 4-11)
Aquí figuran tres pasajes que comienzan con las palabras “En aquel día”: en el primer pasaje (versículos 4-6) el profeta describe el remanente que quedará de Israel y Aram: “Pero quedarán en él rebuscos, así como, cuando se varea el olivo, (quedan) dos o tres aceitunas en la punta del ramo más alto” (versículo 6). A raíz de esto, el profeta describe en el segundo fragmento (versículos 7-8) el reconocimiento humano de Dios: “En aquel día los hombres se dirigirán a su Hacedor, y sus ojos mirarán hacia el Santo de Israel” (versículo 7). Y en el tercer párrafo (versículos 9-11), el profeta describe el cese de la idolatría-fuente de origen del castigo: “Porque has olvidado al Dios de tu salvación, y no te has acordado de la Roca de tu Fortaleza” (versículo 11). A pesar de que entonces había una sensación de éxito “En el día que los plantaste, los hiciste crecer, y por la mañana hiciste que tus plantas echasen su flor”, pero repentinamente “huyó la cosecha en el día de la desgracia y del dolor desesperado” (versículo 11).
Castigo también para los pueblos (versículos 12-14)
El consuelo del profeta a Israel diciendo que los numerosos pueblos que habrán de fluir como el agua para hacerle daño a Israel, serán castigados ellos también, porque Dios los habrá de repeler “como el tamo en las montañas delante del viento, y como remolinos de plantas secas delante del huracán” (versículo 13). La situación se verá como plena de desesperación, pero en un momento, el enemigo desaparecerá: “A la hora de la tarde, he aquí el espanto, mas antes de la mañana (el enemigo) ya no existe. ¡Ésta es la porción de los que nos despojan, y la suerte de los que nos saquean!” (versículo 14).