Nuestro capítulo inicia una nueva unidad en el libro Yeshaiahu. Los capítulos 24-27, son, principalmente, profecías de destrucción y salvación combinadas con plegarias y cánticos de gratitud. A veces, dichas profecías son denominadas “Las profecías de los días postreros”, por los fundamentos apocalípticos-escatológicos que incluyen. Resulta difícil determinar cuándo fue pronunciada la profecía y a qué época hace referencia.
Nuestro capítulo aborda la desintegración del mundo, tras la cual, será el momento de la coronación de Dios. A pesar del intento, parece que resulta difícil dividir el capítulo en párrafos destacados, y los versículos son contemplados como que se suceden uno tras otro. Una de las características del capítulo es que el mensaje de la profecía se integra muy bien con su forma: el profeta repite palabras similares, aparece el calambur, y se repiten sonidos que incrementan la faceta dramática del capítulo.
La profecía describe la destrucción de la Tierra “He aquí que el Señor vaciará la tierra y la dejará desierta, y trastornará su faz, y dispersará sus habitantes” (versículo 1), y a raíz de esta destrucción, la alegría desaparecerá “Hay clamores por el vino en las calles; se ha acabado ya todo regocijo; la alegría es desterrada de la tierra” (versículo 11). El profeta describe la desintegración de la Tierra, de un modo figurativo: “Tambalea la tierra como un borracho; se columpia de acá para allá como una choza, y pesa sobre ella su transgresión; y caerá, y no volverá a levantarse” (versículo 20). Al final del capítulo, el profeta describe que tras el duro castigo , Dios reinará sobre todos los reyes del mundo: “por cuanto el Señor de los ejércitos reina ya en el monte de Tzión, y en Ierushalaim” (versículo 23).