Nuestro capítulo inicia una nueva serie, las profecías “Ay” (28-33). A diferencia de la serie anterior, este conjunto de capítulos es mucho más comprensible, tanto desde el estilo y el lenguaje del profeta como desde el contexto histórico de las profecías.
La destrucción del reino de Efraim (versículos 1-4)
En el primer párrafo que comienza con el vocablo de lamentación “Ay”, el profeta describe la destrucción del reino de Efraim, los borrachos. El profeta describe al enemigo que atacará a Efraim como aguas que lavan, que habrán de lavar al reino de Israel.
Una profecía de reprimenda sobre Ierushalaim (versículos 5-22)
De aquí en adelante, el profeta pasa a ocuparse de Iehudá. El profeta describe que el remanente del pueblo obtendrá la salvación “y espíritu de juicio al que se siente en juicio” (versículo 6). Pero de aquí, pasa a un duro reproche. Al igual que Efraim, también Iehudá “Mas éstos (los de Iehudá) también se aturdieron a causa del vino, y se extraviaron a causa del licor fermentado” (versículo 7), y no simplemente, sino los Cohanim, Sacerdotes y los profetas de Iehudá “Porque todas las mesas están llenas de vómito asqueroso, sin que haya lugar (limpio)” (versículo 8).
El profeta reprende al pueblo porque no escuchan las palabras del profeta, e incluso se burlan de él. Creen que acordaron un pacto con la muerte y con la sepultura-con “los dioses de la muerte”, y por ende, no deben preocuparse. El profeta proclama que “vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro convenio con la sepultura no quedará en pie” (versículo 18), y la calamidad habrá de llegar y le causará daño a los que no escuchan los conceptos del profeta. El pasaje concluye con una advertencia: “Ahora bien, no se burlen, no sea que se aprieten vuestras ligaduras: porque un exterminio decretado, es lo que tengo oído por parte del Señor, Dios de los ejércitos, contra toda la tierra” (versículo 22).
Dos parábolas (versículos 23-28)
En este párrafo, son mencionadas dos parábolas del mundo de la agricultura. La primera parábola (versículos 24-26) deja en claro que a pesar de que los profetas hablan mucho, no obstante sus conceptos se comparan con la tarea del arado que prepara a la tierra para la siembra. La segunda parábola (versículos 27-29) deja en claro que a pesar de que los profetas presagian castigos duros y severos, sin embargo, el castigo llega sólo a aquellos que lo merecen y a los que tienen la capacidad de soportarlo.