Una reprimenda a los líderes del pueblo (versículos 1-15)
En el comienzo de la profecía, el profeta anuncia que Dios sacará de Ierushalaim a los líderes, quienes para el pueblo son como pan y agua. En lugar de los valientes, los hombres de la guerra, los jueces, los profetas y los hechiceros, gobernarán al pueblo los jóvenes. Por cierto, los jóvenes no saben impartir justicia y liderar, pero ninguno aceptará liderar al pueblo “porque Ierushalaim está arruinada” (versículo 8). La razón para la separación de los líderes son sus graves pecados, y así, el profeta señala el mensaje central de la profecía: el justo se hará acreedor a frutos y el malvado al castigo.
La profecía contra las hijas de Tzión (versículos 16-26)
En este fragmento, el profeta reprende a las hijas de Tzión que se vanaglorian al caminar y por sus joyas. El profeta anuncia que en ese día, el día de la calamidad, que es también el día de la redención, Dios les quitará a las hijas de Tzión toda su pompa y transformará todas las joyas y lo valioso de ellas en maldición. En lugar del perfume habrá mal olor y en lugar del cinturón ornamentado habrá una soga que se coloca sobre el cuerpo en el período de duelo o una venda). El profeta concluye y señala: “Tus hombres caerán a espada, y tu potencia en la batalla. Y sus puertas (de Tzión) se lamentarán, y se vestirán de luto; y ella, desolada, se sentará en la tierra”.