Síntesis del capítulo, Yeshaiahu 37

Síntesis del capítulo, Yeshaiahu 37

 

Nuestro capítulo es la continuación directa del capítulo anterior. En el capítulo anterior, nos detuvimos en el discurso de Ravshaké y en el hecho de que el pueblo calló y no reaccionó. Ahora, escucharemos la respuesta del rey, la consulta con el profeta, la plegaria del rey y el final del ejército asirio.

La plegaria de Jizkiahu y la apelación al profeta Yeshaiahu (versículos 1-7)

Jizkiahu escucha las palabras de Ravshaké y rasga sus vestimentas. El rey les pide a sus hombres que se dirijan al profeta, para solicitarle ayuda. Los hombres de Jizkiahu llegan al encuentro de Yeshaiahu y él tranquiliza a los emisarios del rey con un mensaje optimista: “He aquí que Yo pondré un espíritu en él, y oirá un rumor, y se volverá a su tierra, y le haré caer a espada en su misma tierra” (versículo 7).

Una amenaza adicional del rey de Ashur (versículos 8-13)

Ravshaké abandona Ierushalaim, pero el rey de Ashur vuelve a enviar emisarios a Jizkiahu, para convencerlo de que se rindiera.

La plegaria de Jizkiahu y las palabras de Yeshaiahu (versículos 14-35)

Tras la llegada de los emisarios, Jizkiahu vuelve a dirigirse a Dios mediante una plegaria: “Inclina, oh Señor, Tu oído y oye; abre, oh Señor, Tus ojos y ve, y atiende a todas las palabras de Sanjerib, el cual ha enviado a vituperar al Dios vivo... Ahora, pues, oh Señor, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y conozcan todos los reinos de la tierra que sólo Tú eres el Señor” (versículos 17-20). La plegaria de Jizkiahu, aquí, es más extensa y detallada que la que figura en el libro Melajim. Yeshaiahu vuelve a fortalecer a Jizkiahu y le dice que la salvación es inminente: “Porque Yo ampararé esta ciudad para salvarla, por Mi propia causa, y por amor de David, Mi siervo” (versículo 35).

La derrota del campamento asirio y la muerte de Sanjerib (versículos 36-37)

Tal como lo prometiera el profeta, la salvación no tardó en llegar:” En efecto, salió el ángel del Señor, e hirió en el campamento de los de Ashur ciento ochenta y cinco mil hombres; y cuando se levantaron por la mañana (los que sobrevivieron), he aquí que todos ellos eran cuerpos muertos” (versículo 36). El campamento asirio todo fue golpeado por el ángel de Dios, y así, Ierushalaim se salvó de la amenaza asiria. El texto agrega que Sanjerib fue asesinado por sus hijos (versículo 38).

 

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