Síntesis del capítulo, Yeshaiahu 41

Síntesis del capítulo, Yeshaiahu 41

 

El juicio de los pueblos, el ascenso de Koresh, Ciro, y la burla de los ídolos y sus creadores (versículos 1-7)

El capítulo comienza con un llamamiento a los pueblos lejanos para que se presenten al juicio ante Dios y los reprocha diciendo que es él el que realizó esta observación “¿Quién ha suscitado desde el oriente a aquel, a quien llamó en justicia para que Le siguiese? Entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorearse de reyes; los dio como polvo a su espada, y como hojarasca arrebatada a su arco” (versículo 2). El profeta no revela explícitamente de quién se trata, pero algunos de los comentaristas explican que la intención hace referencia a Koresh, el rey de Persia. Es Dios el que estimuló a Koresh, y así, se pone de manifiesto que es Dios el que controla los hechos políticos y de la historia del mundo: “¿Quién lo ha obrado y lo ha hecho? Yo que establezco (la misión de) las generaciones desde el principio: Yo soy el Señor, el primero de todos; y junto con los últimos, el mismo soy Yo” (versículo 4). Al final del pasaje, el profeta confronta a Dios con los servidores de las estatuas. Se burla de los adoradores de ídolos, que deben fortalecer al ídolo, por temor a que se caiga “Se ayudaron unos a otros; cada cual a su compañero decía: "¡Esfuérzate!” (versículo 6).

El aliento a Israel en la previa de la inminente redención (versículos (8-20)

En la parte central del capítulo, el profeta alienta a Israel como el pueblo elegido y redimido: “¡no temas, porque contigo estoy Yo! ¡No te desanimes, porque Yo soy tu Dios! Te fortaleceré, y te ayudaré, y te sustentaré con Mi diestra que obra justicia” (versículo 10). Los pueblos serán avergonzados y destruidos, mientras que el pueblo de Israel será redimido “Los aventarás, y el viento se los llevará, y el torbellino los esparcirá, pero tú te regocijarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel” (versículo 16). Al final del párrafo, el profeta utiliza la metáfora de la extracción de agua del desierto, como simbolizando la redención y la comprensión de que Dios es el responsable de la misma (versículos 17-20).

La invitación a los dioses para el juicio, el ascenso de Koresh y el desprecio de los dioses (versículos 21-29)

El último párrafo del capítulo vuelve a la primera cuestión, y se inicia con la invitación a los pueblos/a los dioses al juicio: “¡Presenten vuestra causa!, dice el Señor; ¡exhiban vuestros fuertes alegatos!, dice el Rey de Iaacov” (versículo 21). El debate gira alrededor de la capacidad de presagiar el futuro. El profeta sostiene que los dioses no lograron predecir el futuro, mientras que la profecía en nombre de Dios, anunció lo que habría de ocurrir: una vez más, Dios es descrito como aquel que estimuló a un hombre valiente y conquistador “invoca Mi nombre; y él tratará a príncipes como lodo, y de la manera que el alfarero pisa la arcilla” (versículo 26). Tampoco aquí, el profeta menciona a Koresh de modo explícito, pero el argumento de que Dios es El que llevó al ascenso de ese héroe, deja en claro que Dios es el responsable del curso de la historia, y no otros dioses, de los cuales el profeta se burla en el último versículo del párrafo: “He aquí, todos ellos (los pueblos) sus obras son una nada y una nonada, viento y vacuidad son sus imágenes fundidas” (versículo 29).

 

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