Este capítulo trata sobre Bavel, Babilonia y la descripción del profeta de cómo el reino será humillado, y su sabiduría, no le será de mucha ayuda.
La humillación de Bavel (versículos 1-7)
El profeta llama a Bavel "Desciende y siéntate en el polvo... Será descubierta tu desnudez, será vista también tu vergüenza; Yo me vengaré (de ti), y no habrá quien Me pueda resistir" (versículos 1-3). Bavel ya no será llamada "señora de los reinos" (versículo 5). El profeta reprende al Imperio Babilónico por haberle causado daño a Israel más allá de lo necesario. Aunque Dios entregó a Israel en sus manos, ella no tuvo misericordia de ellos y los dañó más de lo necesario.
Bavel será castigada por su arrogancia (versículos 8-15)
Aunque Bavel piensa que "¡Yo soy, y fuera de mí no hay otra; nunca e sentaré como viuda, ni conoceré pérdida de hijos!” (versículo 8), descubrirá muy pronto que la pérdida vendrá repentinamente, a pesar de su excesiva confianza. Sus adivinos no le servirán de nada “Te has cansado en la multitud de tus propósitos: preséntense, si quieres, y te salven los que reparten los cielos,los que contemplan las estrellas... He aquí que son como hojarasca; el fuego los consume, no podrán librarse a sí mismos del poder de la llama" (versículos 13-14). El profeta concluye la profecía diciendo que nadie ayudará a Bavel "no habrá quien te salve" (versículo 15).