Reprimenda (versículos 1-3)
El profeta reprende a Israel por no despertar a la redención. Comienza su reprimenda con una pregunta retórica "¿Dónde está la carta de divorcio de vuestra madre, con la cual yo la repudié?" (versículo 1): ¿Acaso Dios dio una carta de divorcio al pueblo de Israel y cortó el vínculo para siempre? La respuesta es no, sino que "por vuestras iniquidades fueron vendidos, y por vuestras transgresiones fue repudiada vuestra madre". Es decir: el exilio y las tribulaciones vinieron como consecuencia de los pecados de Israel. El profeta continúa con la reprensión diciendo "¿Por qué, pues, cuando vine (a redimirlos), no hubo quien Me recibiera; cuando llamé, no hubo quien Me respondiera?” - a pesar de que Dios vino a redimir a Israel, ellos no están interesados en la redención.
Siervo de Dios - tercer cántico (versículos 4-11)
En este párrafo se presenta el tercer canto del Siervo de Dios, quien se presenta como un discípulo de Yeshaiahu. El narrador da cuenta sobre sí mismo que siempre escuchó las palabras de profecía que recibió de Dios, a pesar de que lo humillaron con golpes o escupiendo en su rostro: "No escondí mi rostro de las afrentas y salivazos" (versículo 6). Pero a pesar de que le escupieron, él sabía que Dios le ayudaría y por eso no se avergonzó: "Por eso he puesto mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado" (versículo 7). Como resultado de su experiencia personal, también exige a los oyentes que confíen en Dios: "¿Quién hay de entre vosotros que quiere ser temeroso del Señor? Que escuche la voz de Su siervo el que andaba (hasta ahora) en tinieblas, sin luz. ¡Confíe en el Nombre del Señor, y apóyese en su Dios!" (versículo 10), y a quienes eligen no escuchar las palabras del profeta, se burla diciendo "perecerán en la llama de vuestro fuego, y de las teas que han encendido" (versículo 11), es decir, sigan vuestro camino y veremos cuál será vuestro final.