El despertar de Ierushalaim (versículos 1-6)
Como en el capítulo anterior, el profeta llama a Ierushalaim a despertar de su sentimiento de destrucción y calamidad, y a entender que ahora es el momento de la redención: " ¡Sacúdete del polvo, levántate, siéntate (sobre tu trono), oh Ierushalaim! Líbrate de las ataduras de tu cuello, oh cautiva hija de Tzión" (versículo 2).
El anuncio del retorno a Tzión y la salida del exilio (versículos 7-10)
El profeta aquí se imagina a sí mismo como un vigía parado en el techo de la ciudad, viendo cómo muchos llegan a la ciudad: "¡ Cuán hermosos son sobre las montañas los pies del mensajero!" (versículo 7). Juntos levantan la voz y se alegran porque " ojo a ojo ven cómo el Señor se vuelve a Tzión (versículo 8). El profeta se dirige a los que viven en el exilio y les dice que salgan de allí: " ¡Apártense, apártense!, ¡salgan de allí (de Bavel), no toquen cosa inmunda! ¡Salgan de en medio de ella... Porque no saldrán con precipitación, ni con fuga se irán; pues el Señor irá delante de vosotros, y el Dios de Israel será vuestra retaguardia" (versículos 11-12).
Siervo de Dios-Cuarto cantico (versículos 13-14)
Este pasaje abre el cuarto cántico dentro de los cantos del Siervo de Dios, que continúa hasta el próximo capítulo. El cántico comienza con el éxito futuro del Siervo y el asombro de las naciones ante la exaltación del Siervo.