El capítulo 6 es diferente de los últimos capítulos. En contraste con ellos, la profecía aquí mencionada, es traída en el marco de la visión profética, en la cual, algunos de los comentaristas vieron en ella también la visión de la consagración del profeta Yeshaiahu, pero al respecto, no hay amplio consenso.
La descripción de la Divinidad (Versículos 1-4)
El profeta describe lo que ve en el año de la muerte del rey Uziahu: Dios está sentado en un gran trono y sus faldas (aparentemente del manto) cubren el Templo de Dios. Por encima de ֹÉl, se encuentran los serafines de seis alas: dos cubren el rostro, dos cubren las piernas y con las dos restantes, los serafines vuelan. Los serafines se llaman unos a otros y declaran: "¡Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de Su gloria!", mientras la Casa de Dios se llena de humo.
El profeta en la visión (versículos 5-8)
En esta etapa, el profeta documenta sus sensaciones. Teme por su vida, ya que es un hombre “de labios inmundos”, que con sus ojos vio a Dios. A raíz de sus palabras, uno de los serafines se acercó al profeta y le tocó su boca con una brasa y así, es expiado “el pecado” del profeta. Después de ello, el profeta escuchó la voz de Dios preguntando “a quién enviaré”, y de inmediato, el profeta se ofrece como voluntario “Héme aquí, envíame”.
La profecía (versículos 9-13)
Una vez que el profeta se ofrece como voluntario, Dios le revela el objetivo de la misión. La misión puede ser comprendida como un mandato de “engordar” el corazón del pueblo-provocar que el corazón de ellos se cierre a la posibilidad de escuchar los conceptos de la profecía. Otra opción es comprender que el corazón del pueblo está cerrado y por consiguiente, no escucharán los conceptos del profeta. Yeshaiahu pregunta hasta cuándo persistirá esta difícil situación, y la respuesta es-hasta la destrucción.