En nuestro capítulo aparece el precepto de reprender al prójimo. En el mundo actual, en el cual los derechos del individuo toman un lugar central, dicho precepto fue marginado. ¿Cómo debería implementarse en nuestra realidad, si es que se debe implementar?
La Parshá de Kedoshim nos coloca frente a la obligación del reproche. Por otra parte, el sistema de relaciones familiares como así también a nivel público, posiciona al precepto del reproche en un espacio problemático.
En el contexto familiar, la ausencia del reproche por razones de apertura educativa inapropiada conduce a la compilación de artículos y libros con nombres como: “Restauración de la autoridad parental”. Más de una vez, levantamos nuestras cejas como consecuencia de las expresiones de hijos a sus padres. No menos importante, nos sorprende la (falta de) respuesta de los padres. Algo de legitimidad, en la necesidad del deber de reproche se ve empañada. La herramienta es lo importante y el educador se ha convertido en una herramienta inadecuada.
También a nivel nacional, nos abstenemos de reprochar a la luz de la enorme tensión entre los diversos grupos de la sociedad israelí. Por un lado-hemos sido educados para contemplar al Estado de Israel como el comienzo de nuestra redención, la realización de la visión de los grandes Sabios a través de las generaciones. Pero por otro lado- percibimos que están quienes perturban e impiden que asome la luz completa e la redención, y sentimos un profundo dolor por el surgimiento parcial de una vida judía plena en el renovado Estado de Israel.
El rey Shlomó, en el libro Mishlei, Proverbios, nos enseñó: “Mejor es la reprensión franca que el amor oculto” (Capítulo 27, versículo 5). El comentario “Meiri” explica, que el texto literal es que es mejor la reprensión franca proveniente de un amor oculto. Sólo cuando el origen de la reprensión es el amor-entonces, la reprensión es buena y adecuada. Más de una vez, reprendemos al otro por el hecho de que nos amamos a nosotros mismos.
Cuando la reprensión proviene de un amor verdadero, sin móviles personales, es aceptada. Quizás, el exceso de egoísmo y la ubicación del individuo en el centro confirman los conceptos de nuestros Sabios, de que en nuestra generación no hay nadie que sepa reprender. Un reproche adecuado e influyente sólo surge si resulta del interés y de un gran amor y no, a partir de una intromisión obsesiva en la vida del otro. Por ello, estamos llamados a devolver el reproche a nuestras vidas familiares y nacionales juntas. Sólo así expresaremos nuestro amor e involucramiento. Dentro de la casa, no nos abstendremos del reproche. Por sobre todo, el reproche demuestra más que nada-el amor y una gran responsabilidad. También a nivel nacional, no debemos evitar el reproche. En la base del debate, se debe colocar el interés, la identificación con los valores de la Torá y la decepción por el surgimiento de una vida judía parcial.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul".