Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria, aprenden justamente de Janá gran parte de las leyes de la Tefilá. ¿Qué tiene de especial la plegaria de Janá que precisamente de ella aprendieron eso? ¿Qué más podemos aprender de la plegaria de Janá, más allá del aspecto práctico-Halájico?
Janá es la esposa de Elcaná, hombre de Efraim. Pasó mucho tiempo sin hijos y por ello Elcaná desposa una mujer adicional denominada Pniná que tiene hijos. Con el tiempo, surgen tensiones entre las dos mujeres, particularmente en el momento de la peregrinación, cuando Pniná está rodeada de sus hijos, mientras Janá permanece sola sin hijo alguno.
Janá no puede tolerar la situación y se presenta ante Dios con una plegaria. El profeta describe que ella ora a partir de la amargura y llora ante Dios. Inclusive ella realiza una promesa a Dios que en el caso de que su plegaria sea aceptada y ella quedara embarazada de un varón, ella lo dedicará a Dios y él será una especie de Nazir (Nazireo, el consagrado a Dios). El profeta también agrega que ella oraba a menudo, no obstante solo a partir del movimiento de los labios sin escuchar la voz ni los conceptos.
Elí que la observa detenidamente interpreta esta conducta como embriaguez ya que está dicho que ella se comportó de este modo después de haber comido y bebido. No obstante, ella contradice sus conceptos y explica que se trata de una plegaria desde lo profundo del corazón y por consiguiente se pone de manifiesto hacia el exterior de esta forma.
Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria, en el Tratado de Brajot, página 31, aprendieron de la plegaria de Janá algunas de las Halajot (leyes religiosas) de la plegaria. ¿Qué tiene de especial la plegaria de Janá que las aprendieron de ella y no de alguna de las matriarcas?
Parece que hay dos componentes centrales que se hallan en su plegaria que pueden ser adoptados también para nuestra plegaria:
Uno, es una plegaria a partir de la intensidad. Es pronunciada a partir de la confianza total en Dios que tiene el poder de ayudarla y por consiguiente ella no se avergüenza al exigirle eso a Dios con una fuerte demanda. Precisamente una plegaria que tiene una demanda da cuenta de una voluntad y fe auténticas.
El segundo, es que ella solicita un hijo pero no en pos de sus intereses personales sino un hijo que salve a Israel y santifique el nombre de Dios. Es esta una plegaria para el Dios bendito y por ello tiene un poder mucho más fuerte que la plegaria del individuo para sí mismo. También en su cántico de agradecimiento, Janá recuerda “Me alegré con tu salvación” (Capítulo 2, versículo 1).