La esencia del precepto de los Tefilín (Filacterias) es la unión entre el saber y la conciencia, transmitir el conocimiento hacia adentro del corazón y el alma, el ser: “Habrán de tener puestas mis palabras estas en vuestro corazón y en vuestro ser, átenlas por signo sobre vuestro brazo y que sean por señales entre vuestros ojos” (Versículo 18)
La era de internet se caracteriza por el acceso a una información infinita. Pero para superar un cambio en la vida, no alcanza con la adición de conocimiento: se requiere un cambio de conciencia. A través de la conciencia, la persona contempla la realidad y la vivencia. Un cambio de conciencia es realizado a partir de un rediseño de las bases constitutivas, a través de las cuales la persona percibe la realidad. En efecto, el conocimiento es uno de los recursos a través del cual se pueden modelar esos elementos básicos, sin embargo, se requiere también de una profunda internalización del conocimiento. Este es el significado original de la palabra “Conocimiento”: no sólo la de captar información, sino la de unirse a ella.
El libro Tania se refiere con precisión a la elección del vocablo “conocimiento” en la Torá y sostiene que es utilizado para las relaciones íntimas: “Y el concepto es extractado del versículo “El hombre amó a Javá” (Bereshit capítulo 4, versículo 1), y alude a un lenguaje de relación y unión, que relaciona su conocimiento con un vínculo muy fuerte” (Tania, capítulo 3). Esta idea queda también reflejada en el nexo entre las palabras “Ieda” (Conocimiento) y “Mudaut” (Conciencia). La relación entre las palabras no es obvia, y es singular al idioma hebreo. En inglés, por ejemplo, “Ieda” es información o conocimiento, mientras que “Mudaut” significa conciencia.
Precisamente, el incesante flujo de información, de conocimiento, dificulta la capacidad de concentrarse en los conceptos realmente importantes. Por lo general, en lugar de que el conocimiento derive en una conciencia profunda, deja a la persona con un exceso de información, de conocimiento. Esto puede ser comparado con las relaciones humanas en la aldea global-a pesar de todas las herramientas y recursos que ayudan a mantener el vínculo con numerosas personas, la mayoría de las personas viven alienadas, unas de otras.
En nuestro capítulo figura la cuarta y última sección en la que es mencionado el precepto de Tefilín, un precepto cuya esencia es la unión entre el conocimiento y la conciencia. Las cuatro parashiot, secciones de los Tefilín, incluyen las bases constitutivas del judaísmo: la fe en un solo Dios, el amor a Él, el compromiso con sus preceptos y el recuerdo de la salida de Egipto. No es suficiente con conocer dichos elementos constitutivos-se los debe internalizar, y como lo cita el versículo: “Has de conocer hoy, y has de responder a tu corazón, que Adonai es Elohim en los cielos de arriba, y en la tierra no hay más” (Devarim capítulo 4, versículo 39).
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Lehitorer leiom jadash: kriá mitjadeshet shel haTorá veshel jaJaim" ("Despertar a un nuevo día: una lectura renovada de la Torá y de la vida"), publicado por Maguid.