Tierra ancestral

Tierra ancestral

Los hijos de Israel eran libres frente a todo poder, ya que recibieron su parcela en la Tierra del Rey de los Reyes, y no de un rey de carne y hueso. Pero eso, Ajav no se lo compartió a Izevel.  

Ajav tenía un Heijal, un Templo también en Shomrón, la capital de la montaña central (y las tribus de Iosef), y también en Izreel, la capital de los valles (en la tierra de Isajar), y Navot el Izreelí, también tenía un viñedo (en Shomrón; capítulo 21, versículos 18-19; capítulo 22, versículos 37-38). Y también una parcela de campo (en Izreel, Melajim II, capítulo 9, versículos 25-26). Las familias de Isajar, aparentemente, tenían tierras en Shomrón, una de las familias se llamaba “Shimrón” (Bereshit, capítulo 46, versículo 13; Bamidbar, capítulo 26, versículo 24), y aparentemente, de esa familia compró Omrí el monte Shomrón (Melajim I, capítulo 16, versículo 24).

Navot se negó a entregar su viñedo ya que es “Tierra ancestral” dada por Dios y “Nunca permita Dios ....” (versículo 3) convertirlo en mercancía. Los hijos de Israel eran libres frente a todo poder, ya que recibieron su parcela en la Tierra del Rey de los Reyes, y no de un rey de carne y hueso. Este es uno de los fundamentos de la antigua “democracia” israelita-toda persona tiene una parcela de tierra de sus antepasados, sin estar supeditada al gobierno. Ajav no le compartió a Izevel todo esto, sino que lo presentó a Navot simplemente como una persona intransigente-“No te dare mi viñedo” (versículo 6). Y una vez más, mostró su debilidad, que Izevel sabia aprovechar-“¿Acaso de esta manera quieres reinar sobre Israel?“ (versículo 7). Después de que Izevel mató a los profetas de Dios, arregló el asesinato de Navot ten un juzgado de los Sabios de la ciudad, con el sello “real”. No solo que Ajav no la detuvo, sino que descendió al viñedo de Navot para heredarlo. Allí lo volvió a encontrar a Eliahu, enviado por Dios-“¡Has matado, y también has tomado posesión!”(versículo 19), y allí escuchó también la profecía de su caída y muerte en el viñedo de Navot, y de la muerte de Izevel en la tierra de Izreel.  

Al principio, Ajav se rindió ante Izevel, y ahora se rindió a la profecía de Eliahu. Cuesta creer cómo este hombre fue uno de los grandes reyes de Israel, y tal vez, precisamente su grandeza fue su debilidad, y su debilidad, su grandeza.


Cortesía sitio 929

 

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