En el monte Sinai, cuando los israelitas pensaron que Moshé se convirtió en una especie de “Eliahu”, se desalentaron de la Torá que era percibida como celestial e hicieron el becerro. En el futuro, Moshé y Eliahu, la Torá y la Mística, volverán a conectarse plenamente.
En el trayecto desde Beit El hacia Ierijó, comenzó la contienda cuando “Jiel, de Beit El” (Melajim I, capítulo 16, versículo 34) se dirigió a violar el anatema de Yehoshua y construir las murallas de Ierijó, y de ese modo, ahora fue enviado Eliahu al final de su senda en la Tierra.
Y nuvamente, Eliahu, a diferencia de Moshé y Yehoshua, se dirige del Guilgal al Iardén (Jordán) (el versículo 1 es el título), a fin de cruzar el Iardén seco, y alejarse del sitio en el que falleció Moshé. Y también esto se da de un modo totalmente opuesto-Moshé murió y fue enterrado como una persona, y Eliahu ascendió “en un torbellino al Cielo” (Versículo 11), Moshé bajó y entregó al pueblo de Israel una Torá celestial, mientras que Eliahu concluyó su misión en la Tierra.
En el monte Sinai, cuando los israelitas pensaron que Moshé se convirtió en una especie de “Eliahu”, se desalentaron de la Torá que era percibida como celestial e hicieron el becerro, “porque a éste, Moshé, el hombre que nos hizo ascender desde la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha ocurrido” (Shemot, capítulo 32, versículo 1). Si Moshé ascendió al Cielo y no regresó, pues también la Torá de Moshé puede llegar a considerarse una Torá de ángeles, que puede existir solo en el Cielo (“un fuego blanco grabado en un fuego negro”, Ierushalmi Shekalim capítulo 6,2), y los simples mortales no tienen parte alguna en ella. Por ende, buscaron una alternativa con forma de “becerro” en la tierra, que asuma lo “que no es contemplado”.
Dios mató a Moshé, “el varón de Dios”, para que haya una Torá en la tierra para las personas comunes.
En todas las generaciones, los místicos buscan una Torá celestial “al estilo de Eliahu”, ya que el mundo material los amenaza, y a diferencia de ellos, los materialistas mortales construyen “becerros”. Solo cuando regrese Eliahu para restituir “el corazón de los padres en favor de los hijos, y el corazón de los hijos en favor de los padres” y volver a iluminar “la Torá de mi siervo Moshé” (Malají capítulo 3, versículos 22-24), volverán Moshé y Eliahu, la Torá y la Mística, a unirse plenamente.
Pero Elishá, que solicitó esperanza para su generación, volvió a cruzar el Iardén al igual que Yehoshua (con “el manto de Eliahu”, versículos 13-14), y curó las aguas de Ierijó.
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