A diferencia de las conocidas profecías apocalípticas, Yeshaiahu promete al pueblo una salvación en la cual las luces de los cuerpos celestes, en realidad, se intensificarán y fortalecerán, siempre y cuando recen por la salvación de Dios.
“También, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será septuplicada, como la luz de siete días” (versículo 26). El carácter de los cuerpos celestes es un tema que aparece frecuentemente en las profecías del final de los tiempos, pero casi siempre se oscurecen ante la grandeza de Dios. Por ejemplo:" Y la luna será abochornada, y el sol se avergonzará, por cuanto el Señor de los ejércitos reina ya en el monte de Tzión" (Yeshaiahu capítulo 24, versículo 23). " El sol no será más tu luz de día, ni para resplandor te dará la luna su luz; porque el Señor mismo será tu luz eterna" (Yeshaiahu capítulo 60, versículo 19)." El sol y la luna se entenebrecen, y las estrellas retraen su resplandor. Y Dios rugirá desde Tzión" (Yoel capítulo 3, versículos15-16 en algunas versiones; capítulo 4, versículos 15-16 en otras)
No obstante, en nuestro capítulo, no solo que no hay disminución de la luz, sino lo contrario - la luz de la luna se vuelve como la luz del sol, y la luz del sol se multiplica por siete.
¿Qué tiene de singular esta profecía?
Si observamos detenidamente las profecías donde aparecen el sol y la luna, estos no se oscurecen como parte del proceso de redención, sino como parte de la manifestación de Dios de una manera belicosa. Sin embargo, en nuestro capítulo, el profeta describe un fin de los tiempos que llega en paz y tranquilidad, "En calma y en quietud serán salvados" (versículo 15).
Anteriormente en la profecía, parece que la redención y la salvación descritas están condicionadas a la plegaria del pueblo - " muy compasivo será Dios a la voz de tu clamor: luego que oyere, te responderá" (versículo 19).
En una realidad donde el pueblo se anticipa y eleva una plegaria, el fin de los tiempos llega en paz. Por el contrario, cuando Dios toma la iniciativa a raíz de su ira y los pecados de las naciones, el fin de los tiempos llegará con guerra y tormenta, y por eso los cuerpos celestes se esconderán.
Resulta entonces que en nuestra profecía, de manera inusual, el profeta promete al pueblo un fin de los tiempos singular que surgirá de las plegarias del pueblo y sus méritos. En ese caso, no hay necesidad de que el sol y la luna se escondan y se oscurezcan, sino que brillarán con una luz clara y poderosa, tal como brillaban en el Jardín del Edén durante los seis días de la creación.
Los referentes que escriben en esta sección, son miembros de la organización NAJAT-jóvenes amantes del Tanaj, un Centro de Estudios del Tanaj para la Juventud.