Un fiscal transformado en defensor

Un fiscal transformado en defensor

De fiscal, Amós se convierte en defensor de Israel y pide clemencia por ellos, pero ¿acaso podrá perseverar en ello y permanecer al frente del pueblo?

 

Hasta aquí, hemos visto a Amós como un invitado recorriendo Shomrón y viendo cada daño. Su estilo agresivo, aparentemente, ha golpeado a Israel sin piedad alguna. Pero, este panorama da un giro, precisamente en la parte del libro en  la cual el profeta experimenta vivencias internas. Al mejor estilo de la tradición  literaria del texto bíblico, Amós describe cuatro visiones estructuradas en tres más una. Se trata de visiones en cadena que son decodificadas a Amós como una profecía sobre el futuro de Israel.

En la primera visión Amós contempla  la plaga que  devora el grano tras la segada del rey. No se le pide a Amós que interprete la visión sino que por su cuenta, él reacciona de inmediato, al contemplar este duro golpe: “yo dije: "Señor Dios, perdona, Te lo ruego, ¿cómo podrá restablecerse Iaacov?, ¡porque es débil! Se arrepintió el Señor de esto: "Esto no ha de ser", dijo el Señor” (Versículos 2-3).

Este es un momento espectacular en la profecía de Amós. Hasta el momento, había estado caminando entre la gente de Shomrón y les asestó un golpe en sus cabezas, sin piedad alguna. Ahora, en la vivencia de la visión brota en su corazón el amor por su pueblo, clamando al cielo. Se estabiliza claramente al frente del pueblo e intenta actuar en pos de misericordia. Su posicionamiento lo ubica al mismo nivel de Moshé Rabeinu, quien lucha en favor de su pueblo, tras el pecado del becerro de oro. Allí, en medio de la dura medida de juicio que solicita exterminar a los israelitas quienes bailan en torno al becerro de oro, Moshé estalla y dice: “Desiste de Tu furor y arrepiéntete del mal para con Tu pueblo” (Shemot, capítulo 32, versículo 12).

También Amós como Moshé le recuerda a Dios el nombre íntimo de Israel-Iaacov. Se trata de una alusión e invitación a estimular la misericordia del padre por su pequeño hijo. Y en efecto, el final de la primera visión es una buena noticia para Israel: “Se arrepintió el Señor de esto: "Esto no ha de ser", dijo el Señor” (Versículo 3), pero en la tercera visión el profeta pasa a un frente unificado con Dios que castiga al pueblo. La esperanza de mejora y reparación que Amós tenía hasta ahora, se disipa y se transforma en el profeta de la destrucción.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Shmoná Neviim beAvotot Ahavá”, ediciones literarias Yediot

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