El relato sobre la Shunamita citado en el inicio de nuestro capítulo plantea interrogantes sobre la base milagrosa del mismo. Se ve que no se trata de un milagro más de Elishá sino que debe verse en él una insinuación de otras cuestiones.
A primera vista, parece que los elementos se ordenaron en el episodio de la Shunamita, como en el caso de Elishá, de un modo milagroso, precisamente en el momento en que Guejazí contó acerca de la mujer y su hijo, ellos se presentaron ante el rey. No solo un “milagro” se registró aquí, sino incluso “un milagro dentro de otro milagro”-una maravillosa sucesión de hechos provocó el reencuentro entre Guejazí y la Shunamita, exactamente en el momento en que él le contaba al rey acerca del milagro de ella, y justo en el momento en que ella necesita de la ayuda del rey.
En realidad, este milagro doble, no es más que un falso milagro. Aquí no ha ocurrido nada fuera de lo natural, sino tan solo una rara sucesión de hechos, y este milagro no se asemeja al resto de los milagros de Elishá, en los cuales modificó el orden del genesis.
Y no más que eso, es que el milagro registrado en este episodio está demás. Este rey admiraba al profeta, y era suficiente con mencionar el nombre del profeta para resolver el problema de la mujer. Si ella le hubiera contado que Elishá la envió a residir en la Tierra de los Pelishtim, los filisteos, de inmediato se hubiera puesto de su lado. La Shunamita no necesitaba este “milagro” pequeño de Guejazí.
Los Sabios fueron aún más lejos y convirtieron el milagro en un “antimilagro”. Según ellos, aquí no hubo milagro alguno, ni una sucesión de hechos de este modo, sino para detener la boca de ese malvado a fin de que no relatara acerca de las maravillas de Dios (Ialkut Shimoni II 232). La cuestión de la importancia y el lugar de este milagro, sigue siendo un acertijo que requiere una solución.
Esta historia puede contemplarse como un hecho cerrado que no está entretejido en el marco de los milagros de Elishá. Y puede ser que que en esta historia particular haya también una expresión y una parábola de la redención del pueblo y de la Tierra en general.
La salida al exilio fue forzada, pero los exiliados esperan poder vivir allí, mientras la Tierra está destruída. En el período del exilio, el pueblo pierde todo lo logrado en la Tierra, pero el exilio no es un punto fnal, el vínculo con la Tierra no fue interrumpido, y cuando llegue la redención, el pueblo regresará a su Tierra. Entonces, recuperará no solo lo adquirido en ella en el pasado, sino también “todos los frutos de su campo, desde el día que dejó el país hasta ahora” (versículo 6).
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán