Un reino sin fe

Un reino sin fe

A partir de la impotencia, el rey Yehoram rasga sus vestimentas en dos ocasiones. En la primera, por el pedido del rey de Aram para que se ocupe de la cura de la lepra de Naamán y en la segunda oportunidad, cuando se notificó de las dimensiones de la hambruna en su país (6). ¿Qué refleja esta rasgadura de vestimentas?

El jefe del ejército de Aram, Naamán, tiene lepra y el rey solicita que se ocupen de su cura. Para ello, le envía una carta al rey de Israel, en la que menciona que debe recuperar a Naamán de su lepra. El rey de Israel reacciona de un modo histérico y rasga sus vestimentas a partir de la impotencia en señal de duelo por su reino, a punto de ser destruido. Tiene claro que el rey de Aram busca un pretexto para luchar contra él y causarle daño. No vislumbra posibilidad alguna de éxito en la misión y no imagina que haya un profeta en Israel.

En el capítulo siguiente, se describe un fuerte sitio del rey de Aram sobre Shomrón, a raíz del cual el precio de la comida se torna muy elevado e inalcanzable, lo que provoca una grave hambruna en el país. El rey atraviesa la muralla y oye a una mujer que le grita debido al hambre. Ella cuenta cómo han llegado al oprobio de la hambruna, a tal punto que se vieron forzados a comer a su hijo, a cambio de comer al hijo de la otra mujer al día siguiente. El rey escucha la depresión a la que ha llegado su reino y se estremece nuevamente y rasga sus prendas. También aquí se percibe la sensación de desaliento e impotencia, como si no hubiera un Dios en Israel al que se pueda acudir. En lugar de ello, pide la cabeza del profeta de Dios.

Esta conducta recurrente del rey de Israel manifiesta una falta de fe total, la pérdida de rumbo y el desaliento. Esto se pone de manifiesto también en la falta de fe en la palabra del profeta al prometer que al día siguiente habrá comida abundante (capítulo 7, versículos 1-2). Las palabras del capitán apostado en el portón expresaron de un modo casi explícito la concepción del rey, y lo que finalmente le ocurrió, que fue avasallado por el pueblo, reflejó la posteridad de dicha cosmovision. Un reino sin fe conduce al pueblo a la perdición y a la muerte. Las fortalezas de vida del pueblo no habrán de permitir que esto suceda y el pueblo se rebelará.

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