Una clase de liderazgo público

Una clase de liderazgo público

¿Por qué el “Midrash Halajá” (antiguo método rabínico de estudio de la Torá que explicaba los 613 preceptos) de Ezrá extendió las prohibiciones de la Torá en referencia a “los siete pueblos de Kenaan”, a todos los pueblos?

Ezrá no llegó a Ierushalaim sólo como un líder religioso, ya que tenía facultades otorgadas por el rey (capítulo 7, versículos 25-26), sin embargo, Ezrá se cuidó mucho de ejercer su autoridad-lloraba y rezaba (capítulo 9, versículos 6-15), rasgó su vestimenta y se arrancó su cabello y barba (capítulo 9, versículos 3-5), parecía como un doliente en huelga de hambre frente al despacho de “Yehojanan hijo de Eliashiv” en “la casa de Dios” (capítulo 10, versículos 1-6), hasta que se unieron a él, todos los “temerosos” de la Torá y de los preceptos, “un público muy numeroso, hombres, mujeres y niños”, hasta que surgió “Shejaniá hijo de Iejiel” y fortaleció a Ezrá definiendo el pecado que requería de una reparación-de ese modo Ezrá pudo juramentar a “a los principales sacerdotes, a los Leviim y a todo Israel” y convocara a una reunión general del pueblo en tres días, en el frío jerosolimitano y en la lluvia del “mes  noveno” (=el 20 de Kislev), y quien no acuda, “le serían confiscadas todas sus posesiones y él mismo sería excluido de la congregación de los exiliados” (capítulo 10, versículos 7-9)

Se trata de una excepcional lección de liderazgo público-¡no es posible ejercer la autoridad sin identidad! Mediante el  sacrificio personal de su honor, Ezrá produce tal conmoción pública, y sólo así ejerció su autoridad.

Aquí encontramos el “Midrash Halajá” de Ezrá, que extendió las prohibiciones de la Torá sobre “los siete pueblos de Kenaan” (Shemot, capítulo 34, versículos 15-16) a todos los pueblos y equiparó a todos con las más severas leyes de distanciamiento del “Amonita y Moabita” –En la Torá hay una clara diferencia entre un “Amonita y Moabita”, a quienes se les prohibio el ingreso al pueblo judío y el “Egipcio y Edomita”, sobre los cuales se menciona allí: “No repudies…” y se le permite a su “tercera generación” ingresar “a la congregación de Dios” (Devarim, capítulo 23, versículos 8-9), mientras que Ezrá emitió el decreto para todos sin distinción “…los Knaanim, de los Jitim, de los Perizim, de los Iebusim, de los Amonim, de los Moabim, de los egipcios y de los Amorim” (Ezrá, capítulo 9, versículo 1) “…y no procuren nunca su paz ni su prosperidad” (Ezrá, capítulo 9, versículo 12), como lo menciona la Torá en referencia al “Amonita y Moabita” (Devarim, capítulo 23, versículos 4-7)

Sorprende descubrir que finalmente Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria no aceptaron el severo “Midrash Halajá” de Ezrá [1] y definieron el tema (conforme a los conceptos de Rabi Yehoshua) que “tras el ascenso de Sanjerib se mezclaron todos los pueblos” (Mishná Iadaim, capítulo 4, 4), y no es posible reconocer a los descendientes de los pueblos de Kenaan, y de “Amon y Moab”, y por lo tanto, “se aceptan a conversos” de esos pueblos-¿Acaso es esto lo que pensaban los Cohanim de Ierushalaim, que ni bien llegó Ezrá, salió a enfrentarlos?

En definitiva,  la conclusión es que el duro y severo “Midrash Halajá” de Ezrá, formaba parte de la lucha enérgica contra el dominio de Ierushalaim, por parte de los “pueblos de las tierras”, con la colaboración de los funcionarios persas y la ley religiosa de nuestros Sabios lo consideraron como un imperativo de ese momento de crisis, con la necesidad vital de salvar al resto de los sobrevivientes.

Aquí, Ezrá reveló también las limitaciones del poder, el sacrificio, la conmoción y la autoridad-nadie se atrevió a oponerse, pero en el frio del invierno jerosolimitano, no se puede resolver una gran  problemática en el marco de una dramática reunión del pueblo-“Sólo que el pueblo es numeroso, y es la temporada de lluvia, y no podemos permanecer a la intemperie. Esta tarea no se puede hacer en un solo día, ni en dos, porque somos muchos los que en este asunto hemos pecado” (capítulo 10, versículo 13).

Y por ello, constituyeron una honorable comisión publica presidida por Ezrá, y por el lapso de 3 meses, “desde el primero del décimo mes (Tevet)…hasta el primero del mes primero (Nisan) presentaron una nómina detallada de las familias de Cohanim y Leviim y de los hijos de Israel que “se casaron con mujeres no judias”.

Y aquí concluye el libro de Ezrá.

¿Acaso Ezrá logró alejar realmente a las mujeres no judías? No estoy muy seguro.

Después de 13 años llegará Nejemiá y ejercerá la fuerza, incluida la fuerza policial, e impondrá la autoridad, pero también ello habrá de suceder tan solo, tras el alejamiento de los enemigos de la ciudad, y la refacción de las murallas de Ierushalaim.

[1] El Rambam (Hiljot Isurei Biá, capítulo 12, 1) estableció una prohibición de la Torá de casarse con todos los pueblos, según Ezrá (pero vean allí en el comentario “Kesef Mishné” la opinión de los disidentes); no obstante, también el Rambam determinó (“Kesef Mishné, Halajá 25)-en contraste con Ezrá-que se aceptan conversos de todos los pueblos, tras el “ascenso de Sanjerib, rey de Ashur (Asiria) y mezclo a todos los pueblos”.

Gentileza sitio 929.

 

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