Una colina hacia la cual se dirigen todas las bocas

Una colina hacia la cual se dirigen todas las bocas

Desde su establecimiento, el Templo tenía el propósito de ser una colina hacia la cual se dirigen todas las bocas, un lugar de oración para todos los pueblos. Este fundamento central figura también en la visión de los días postreros. La Torá de Israel es la Torá de toda la humanidad y refleja luz para todas las naciones.

La visión de los días postreros que aparece en nuestro capítulo repite también, prácticamente palabra por palabra, los conceptos del profeta Mijá, contemporáneo de Yeshaiahu: “Y sucederá en los postreros días que el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los montes, y será ensalzado sobre los collados, y afluirán a él los pueblos, y caminarán muchas naciones, y dirán: "¡Vengan, y subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Iaacov, y Él nos enseñará Sus caminos, y nosotros andaremos en Sus senderos, porque de Tzión saldrá la ley, y de Ierushalaim la palabra del Señor. Y juzgará entre muchos pueblos, y reprenderá a fuertes naciones, hasta en tierras lejanas; y romperán sus espadas para (forjar) rejas de arado, y sus lanzas para (hacer) podaderas; no levantará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Mijá, capítulo 4, versículos 1-3).

En las dos descripciones está más que destacado el asunto de que el Beit Hamikdash, el Gran Templo, representará un centro de atracción y lugar de estudio e inspiración para todos los pueblos de alrededor que encuentren en la Torá de Dios un mensaje aleccionador y una forma de vida. Ello, además del hecho de la paz y la anulación de las guerras sangrientas que se dieron entre los hombres a lo largo de las generaciones.

Resulta interesante que, desde su establecimiento, el Templo tenía el propósito de ser una colina hacia la cual se dirigen todas las bocas. Es un lugar de oración para todos los pueblos y de allí desciende la bendición para todo el mundo. Así rezó Shlomó en la inauguración del Templo (Melajim I, capítulo 8, versículos 41-44): “Asimismo respecto del extranjero, que no es de Tu pueblo Israel, mas que viniere de tierra lejana a causa de Tu nombre; (porque ellos oirán hablar de Tu gran nombre, y de Tu poderosa mano, y de Tu brazo extendido), cuando viniere y orare en esta casa, oye Tú desde el cielo, asiento de Tu morada, y haz conforme a todo lo que te pidiere aquel extranjero, a fin de que todos los pueblos de la tierra conozcan Tu Notable, para que ellos también Te teman así como Tu pueblo Israel”

De aquí aprendemos hasta qué punto la Torá de Israel es la Torá de la humanidad y representa una base sólida en su condición de luz para las naciones de todo el mundo.

 

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