Una gran mujer

Una gran mujer

A fin de poder estar a la altura y la singularidad de Elishá no era suficiente con la contemplación, sino que era necesaria una comprensión interior. Dicha comprensión interior era parte de la grandeza de la mujer Shunamita-“ He aquí, yo entiendo que éste que pasa de continuo cerca de nosotros, es un santo varón de Dios” (Versículo 9).

“Y aconteció que un día pasó Elishá hasta Shunem, donde había una mujer principal” (versículo 8). La grandeza de un hombre es dimensionada por la gente por su cuantiosa riqueza y su poder. Pero dicha definición no se adapta a la descripción de la mujer aquí, cuyo patrimonio se halla en manos de su esposo, que es el que controlaba y operaba a los segadores. Su grandeza queda esclarecida a partir del tema. La mujer se encuentra en el centro del capítulo, mientras que su esposo queda en un plano secundario, sin rostro.

Se trata de un hombre de acción, sumido plenamente en su patrimonio, pero debido a ello, queda en un plano secundario e insignificante, mientras que la mujer aparece como la emprendedora, enérgica y activa, la figura determinante en la casa, la que da forma a sus costumbres y contenidos. Este entusiasmo de la mujer Shunamita fue dedicado a los preceptos y las buenas acciones, y a las obras benéficas.

Su buena acción casual con Elishá, quien pasó por Shunem, genera en ella un punto de inflexion. El vínculo circunstancial fue transformado por la mujer en un vínculo permanente, ocasionalmente, se relacionaba más con el profeta y se apegaba a su santidad, hasta que ello se convirtió en el eje central de su vida y estableció en su hogar un lugar fijo para el profeta-un cuarto en la parte superior.

“ He aquí, yo entiendo que éste que pasa de continuo cerca de nosotros, es un santo varón de Dios” (Versículo 9). En su vínculo con él llegó a conocerlo de una manera particular, a contemplarlo con una nueva luz. Todo el mundo ve sus milagros, su profecía, su Torá, ella veía su santidad, su impecabilidad y su pureza. La santidad no es algo que puede verse de un modo concreto y que puede ser medido. A fin de poder estar a la altura y la singularidad de Elishá, no era suficiente con la contemplación, sino que era necesaria una comprensión interior.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.

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