Una inscripción grabada sobre la cal

Una inscripción grabada sobre la cal

La Torá ordena recubrir (blanquear) las piedras con cal y escribir sobre ellas todos los conceptos de la Torá. A pesar de que de ese modo, el escrito puede ser preservado por muchos años, de todos modos, ello queda supeditado a que permanezca en un sitio cerrado. En un lugar a la intemperie y con lluvia, como el monte Eibal, no hay duda alguna de que los vientos, la lluvia y el sol, habrán de borrar el escrito después de algunos años. La solución de este problema, figura en los conceptos de la Guemará.

La escritura sobre cal, a pesar de ser más cómoda, visto y considerando que se descascara después de algunos años, no se trata de la mejor manera para preservar un texto por un lapso de tiempo prolongado. Y en efecto, justamente el grabado sobre piedra sin cal, era la vía instalada para la preservación de textos importantes, e incluso los diez mandamientos estaban grabados sobre tablas de piedra sin cal.

El autor del comentario “Daat Mikrá” aborda esta problemática, y señala que hay dos inscripciones adicionales del período del primer Beit Hamikdash (Gran Templo) que fueron escritas sobre piedra con yeso y fueron halladas en los últimos años: la inscripción de Bilam hijo de Beor y las inscripciones en las ruinas de Yemen. Resulta pues que, incluso una inscripción sobre piedra recubierta de cal era habitual en el período bíblico, y asimismo ese tipo de inscripciones pueden ser preservadas por un tiempo prolongado. Otra inscripción con connotación religiosa que fue escrita sobre yeso, fue hallada en la sinagoga de la ciudad de Rehov, ubicada en el Valle de Beit Shean. En esa sinagoga, fue hallado un piso de mosaico sobre el cual había una inscripción relacionada con los preceptos a observar en la tierra de Israel y con las fronteras de los inmigrantes de Babel, y también  múltiples fragmentos de yeso con inscripciones halájicas adicionales. Parece ser que justamente esta inscripción, posterior a la época bíblica, es la más parecida al mandamiento descripto en nuestro capítulo, ya que se refiere a una inscripción cuya finalidad es la de transmitirle al pueblo los conceptos de la Torá.

Sin embargo, a pesar de los ejemplos aquí citados, de los cuales se infiere que, efectivamente la escritura sobre piedras con yeso era habitual en la época referida-los mismos no pueden ser considerados como una evidencia. Las inscripciones descubiertas en excavaciones fueron halladas en un ámbito cerrado, por lo cual se hallaban a resguardo de las inclemencias del tiempo, mientras que los monumentos aludidos en nuestro capítulo se hallaban al aire libre. En una zona lluviosa como la del monte Eibal, no hay duda de que los vientos, la lluvia y el sol, borraron la inscripción después de varios años

Puede que la solución se halle oculta en los conceptos de la Guemará, en el Tratado de Sotá (36a), allí figura que tras la ceremonia descripta en nuestro capítulo “incorporaron las piedras y se dirigieron al Guilgal, donde pernoctaron”. Es lógico de suponer que las piedras fueron colocadas en el Guilgal en una estructura cerrada, por lo cual el escrito fue preservado por mucho tiempo. Dado que en esa época, el Guilgal era un lugar central para el pueblo de Israel y a la luz del hecho de que en esa misma época los libros eran algo poco común, la conservación de las piedras allí, era una forma adicional de preservar las palabras de la Torá y difundirlas al pueblo de Israel.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Parashat Drajim: Mabat arjeologui vegueografi beparshiot hashavua" ("Encrucijada: una mirada arqueológica y geográfica de las secciones semanales de la Torá") publicado por "Maguid", 2014.

 

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