Después de la noche, llegará la mañana, pero luego, llegará nuevamente la noche. En este espacio geopolítico, nunca habrán de reinar la calma y la tranquilidad. Aquí, para poder sobrevivir, siempre hay que estar en alerta.
El capítulo convoca a una expedición por todo el Medio Oriente. Entre Bavel, Edom y Arabia (Rashi). También son mencionados en el mismo: Eilam, Maday, Seir, Dedanim, Orjot Teimá y Bnei Keidar. Este es nuestro “frente oriental”, que se extiende desde el sur de Turquía y hasta la Península Arábiga. Las tribus nómadas del desierto, sobrevivieron también a la caída de Bavel y aún están allí, al este nuestro. No obstante, sus nombres se han modificado y la religión del Islam es común a todos, aún están compuestos por un conjunto de pueblos y tribus que siguen luchando entre sí: sunitas y chiítas, beduinos y árabes, sauditas, iraquíes, iraníes y sirios. Desde entonces y hasta la actualidad, se han caracterizado por ser nómadas y combatientes: jinetes, carro de burro, carro de camello (versículo 7), la espada aguzada y el arco entesado (versículo 15).
Los versículos de la profecía (“Masá”) del desierto de la mar, con “las tormentas en el Néguev”, “del desierto viene (el enemigo), de una tierra terrible” (versículo 1), la visión dura (versículo 2), y el gran espanto (versículos 3-4), plantean asociaciones con la época de la Guerra del Golfo, al final de la cual “¡Ha caído, ha caído Bavel, y todas las imágenes de sus dioses Él destrozó en tierra!” (versículo 9), Irak se desmoronó y las estatuas de Saddam Hussein fueron destrozadas. En Arabia describe “las caravanas de los Dedanim” (versículo 13), por un lado, las tribus conocidas por ser anfitrionas “Al encuentro del sediento, solían traer agua los habitantes de la tierra de Temá, salían a recibir al fugitivo con pan para él” (versículo 14), y por otro lado, la violencia asesina: “(Pero ahora) huyeron de las espadas; de la espada aguzada, y del arco entesado, y de la violencia de la guerra” (versículo 15), como si los versículos hubieran sido escritos en nuestros tiempos, en alusión a ISIS, Al Qaeda, los Hutíes y otros.
¿Cuál es el mensaje de la profecía para todas las generaciones, independientemente de la importante revelación de que no hay nada nuevo bajo el sol?
En el núcleo del capítulo se le pregunta al guardián: “¡Guarda! ¿Qué hay de la noche? ¡Guarda, ¿qué hay de la noche?” (versículo 11), la respuesta del guardian por la noche, en la oscuridad hitórica, política y en materia de seguridad, es un tanto compleja: “La mañana viene, y también la noche! Si quieren preguntar, pregunten. Vuelvan; vengan otra vez” (versículo 12). La ambigüedad de este versículo es como la oscuridad de la noche y como lo complejo del futuro. Algunos lo interpretan como una esperanza de consolación: si habrán de buscar a Dios y se arrepentirán y retornarán a Su senda, serán merecedores de la luz de la mañana (según el comentarista Rashi), y hay otros que lo interpretan como la continuidad de los círculos: tras la noche, vendrá la mañana, pero después de ella, vendrá nuevamente la mañana. En este espacio geopolítico, nunca habrán de reinar la calma y la tranquilidad. La Tierra de Israel está situada en un barrio no simpático. Aquel que desea sobrevivir en esta jungla, debe permanecer siempre en alerta, vigilante y movilizado. “Y luego éste clamó: "¡Ahí (viene) el león (el enemigo)! "Sobre la atalaya, oh Señor, (dice el profeta), también yo estoy continuamente de día, y en mi guardia permanezco noches enteras!” (versículo 8).