Una ruptura entre los sistemas

Una ruptura entre los sistemas

El hecho de que David se encuentre en Ierushalaim, mientras Yoav fue enviado a la guerra, refleja la ruptura generada entre los diferentes sistemas del reino. Aparentemente, aquí se dio el punto de quiebre y la base del fracaso y el pecado de David.

“Y David reinó sobre todo Israel, y obraba justicia y equidad con todo su pueblo. Y Yoav, hijo de Tzeruyá, era jefe del ejército”  (capítulo 8, versículos 15-16). El reinado de David se institucionalizó, sus poderes fueron establecidos y las facultades fueron distribuidas. El poder judicial y el poder ejecutivo se dividen las funciones.

En los primeros días del pueblo, todas las facultades estaban concentradas en una sola mano. Moshé estaba dedicado a administrar justicia de la mañana a la noche. Moshé enseñó las leyes Divinas y sus enseñanzas, y las implementó. El liderazgo espiritual, político y pragmático del pueblo estaba unificado.

.Pero ello no era posible, y Moshé aceptó el consejo de Itró de delegar a otros, parte de su poder y sus facultades. Lo mismo le sucedió a David: “Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: "No saldrás más con nosotros a la guerra, no sea que apagues la antorcha de Israel!” (Shmuel II, capítulo 21, versículo 17). Lo forzaron a distribuir los cargos. Incluso después de la división, ambos eslabones quedaron unidos, y se complementan mutuamente y activan juntos.

Y aun así, persiste el peligro de que los dos sistemas, se separen y se desconecten y se debiliten. El ejército será profesional y el pueblo indiferente a los retos y a los riesgos nacionales. El riesgo de degeneración amenaza a la retaguardia más que al ejército, que se halla en el frente, abocado a la consigna nacional.

Aparentemente, aquí se dio el punto de quiebre y la base del fracaso y el pecado de David. El propio hecho de que David se encuentre en Ierushalaim, mientras Yoav fue enviado a la guerra (1), refleja que aquí no se destaca una falta de cooperación en diferentes niveles, sino una ruptura entre el ejército combatiente y David, que se halla en Ierushalaim, sin participar.

La guerra es una guerra del pueblo y no la guerra del ejército. La solidaridad, la cooperación y la responsabilidad compartida, son las que hacen posible la complementariedad y reciprocidad de la vitalidad y la fuerza que el ejército toma del pueblo, y el pueblo del ejército. Por ello, en una guerra resulta imprescindible el nexo entre  el pueblo y el reino, con un frente complejo y peligroso. 

Yoav intentó superar la brecha generada, cuando al final del episodio lo convocó a David para que venga y finalice la conquista de la ciudad de Rabat, de un modo simbólico (Capítulo 12, versículos 26-31). Regeneró todos los hilos rotos, unió al pueblo, al rey y al ejército, y parecería que logró su objetivo. Pero Yoav llegó demasiado tarde, y finalmente no fue más que un intento de reparar una ruptura generada sin posibilidad de recuperación.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Oz Melej-Iyunim beSefer Shmuel”, ediciones “Midreshet HaGolán”

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