¿Acaso el pueblo de Israel es como los hijos de los Kushim y tan solo es un pueblo más entre las naciones? ¿Es acaso posible que el profeta haya renunciado al estatus diferenciado de Israel?
La virtud del juicio lo pone a Amós frente a un serio interrogante hacia el Cielo. Y así surgió la dura profecía en la cual, los israelitas no son más que uno de los pueblos de Dios. Conforme a Su voluntad los acerca y también los aleja:
“¿Acaso no me son ustedes como los hijos de los kushim, oh hijos de Israel?, dice el Señor. ¿No hice subir Yo a Israel de la tierra de Egipto, y a los pelishtm de Kaftor, y a los de Aram de Kir?” (Versículo 7)
Esta profecía generó entre los comentaristas, los antiguos y los modernos, un debate apasionante sobre la definición de Israel como “los hijos de los Kushim”. Resulta difícil imaginar que el profeta “renunció” al estatus diferenciado de Israel entre todas las naciones del mundo. Parece que se trataría más de su grito a raíz del alejamiento de Dios de Israel.
El libro de Amós es un diario de viaje del hombre de Iehudá que llegó al reino de Israel por un periodo breve. Su misión se inició con el intento de despertar a los habitantes, al decirles que la rápida riqueza que obtienen, la cual les provocó el confort del poder y el estupor, les impide contemplar que en los márgenes de la sociedad hay gente que clama y que es avasallada; por sobre ellos se encuentran los comerciantes que engañan con las medidas de peso, por sobre ellos están los usureros y acreedores de los prestatarios insolventes; por sobre ellos se hallan las esposas que envían a sus parejas a engordar con el vino de los oprimidos; por encima de ellos se encuentra la capa de jueces “que convierten el derecho en ajenjo, y la justicia la echan por tierra” (Capítulo 5, versículo 7); y en la cúpula se halla el liderazgo, o más precisamente “los que duermen en camas de marfil y (en los banquetes) se arrellanan sobre sus lechos” (Capítulo 6, versículo 4).
Amós intenta detener este “crucero del placer” antes de su estallido en el día de Dios. El profeta expulsado se alejará de Israel y retornará para su rehabilitación y para visitarlo. El reino de Israel tras la dinastía de Yehú no conocerá la calma.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Shmoná Neviim beAvotot Ahavá”, ediciones literarias Yediot