El banquete de Ajashverosh refleja la postura pluralista de Ajashverosh hacia las creencias, las ideas y los diferentes pueblos. No obstante, el libro de Ester, a continuación, muestra que no hay realmente posibilidad de hacer la voluntad de todos, y finalmente, se debe decidir.
Ajashverosh trajo consigo un nuevo marco gubernamental que no tenía precedentes.
Mientras que sus antecesores en el dominio mundial intentaron transmitir al mundo su cultura y su religión e imponerlas por la fuerza a sus súbditos, he aquí que Ajashverosh aprendió de esa experiencia fallida y vio que esa vía de transmisión de verdades y valores del reino y el dominio de los conquistados, finalmente colapsará tras varias décadas.
Por consiguiente, el gobernante Ajashverosh en su reinado democrático real, o sea: no estamos hablando de democracia como marco gubernamental en el cual el pueblo fija la política por medio de sus funcionarios electos, sino que se trata de la parte más problemática de la democracia al ser un patrón de conducta de vida, en cuyo centro están el liberalismo y el pluralismo.
Según este enfoque, no existe una verdad, no hay nada que tenga valor desde el aspecto objetivo, no hay nada por lo que valga la pena luchar, o intentar transmitírselo a otros. Según este modelo de liderazgo, Ajashverosh pensaba basar su reinado, de modo que le sea permitido a toda nación y a todo pueblo preservar sus costumbres, su religión y cultura, sin que ello implique un desafío, una ofensa o una rebelión contra el gobierno persa. De este modo, se puede preservar la estabilidad y la “paz” o la no beligerancia entre los pueblos súbditos del reino.
Por ello, inmediatamente en el inicio de su reinado, “cuando el rey Ajashverosh estaba sentado sobre el trono“(Versículo 2) como una declaración de intenciones en relación a su futura política “hizo banquete para todos sus príncipes y sus siervos, comandantes del ejército de Parás y Maday, teniendo delante de sí a los nobles y los príncipes de las provincias“(Versículo 3).
El rey invita al palacio a los representantes jerárquicos de los países que lo apadrinan, como manifestación de buena voluntad diplomática de apertura y buena voluntad, manifestando que no tiene intenciones de guerra, de amenazas de guerra o de intromisión en las cuestiones internas y culturales de ellos.
También, el carácter del banquete y el ceremonial que implica, vino a resaltar dicha política:
“Y el beber, por orden real, era sin compulsión; porque así había encargado el rey a todos los grandes de su casa, que se hiciese según el gusto de cada cual” (Versículo 8).
El banquete estaba estructurado en una forma en la que todos estarán satisfechos y por ello se le sirvió a cada uno de los ministros la bebida tradicional de su país, “a cada uno le dio de beber del vino de su país” (Tratado de Meguilá 12ª) y no precisamente bebidas persas. Y es posible que se trate no sólo de costumbres de comida sino de elementos relacionados con el carácter religioso de la misma, ya que él también gozaba de esa sabiduría que habrá de permitir la libertad de creencias, ideas y el ritual para todos los representantes de países y de todos modos, no les impedirán participar de la misma.
Sin embargo, el final del relato, en el cual el rey se ve forzado a decidir entre el pueblo de Ester y Hamán, que tanto lo amaba, sin poder caerles en gracia a ambos o incluso abandonar a los dos, muestra que a partir de satisfacer los intereses pequeños y materiales no pueden desdibujarse los valores y la verdad que deben aparecer en el mundo.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio “Daat”.