Comenzaremos esta lección con las palabras del Midrash Tanjuma, (Tazría 5):
Cierta vez preguntóle Turnus Rufus, el malvado, a Rabí Akiva: "¿La obra de quién es más bella, la del Santo, alabado sea, o la del hombre, de carne y hueso?
Contestóle: "La obra del hombre."
Replicóle Rufus: "Pero, ¡mira el cielo y la tierra?, ¿puede acaso el hombre hacer algo semejante?"
Díjole Rabí Akiva: "No me traigas por argumento algo que está fuera del alcance de las criaturas humanas; algo que no pueden controlar, sino que arguye con aquello que está dentro del alcance del hombre "
Preguntóle: "¿Por qué vosotros os circuncidáis?"
Dijo Rabí Akiva: "Presentía que preguntarías sobre esto, por ello me anticipé en decirte que la obra humana es mejor que la del Santo, bendito sea."
Trájole Rabí Akiva granos de trigo y un pastel y le dijo: "Esto es obra divina y ésto es obra humana. ¿No es mejor el pastel que los granos de trigo?"
Díjole Rufus: "Si Su voluntad es que se efectúe la circuncisión, ¿por qué entonces el niño no sale circuncidado del vientre de su madre?"
Respondióle Rabí Akiva: "¿Por qué sale el cordón umbilical junto con él, y está suspendido de su ombligo y su madre lo corta? Con respecto a lo que tú preguntas, ¿porqué nace incircunciso? te diré, que el Santo, alabado sea, no promulgó los preceptos con otro propósito que el de acrisolar con ellos a los israelitas. Por ello dice David: 'Acrisolada es la palabra del Señor' (Tehilim 18, 31)."
Vemos aquí, en las palabras de Rabí Akiva, una ausencia completa de explicaciones racionales, utilitarias o nacionalistas. El propósito de esta prescripción no es otro sino el enunciado a Abraham:
Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio; lo que será por señal del pacto entre Mí y vosotros. Bereshit 17, 11
Las palabras de Rabí Akiva las explica R. Yitzjak Arama en su obra Akédat Yitzjak, Pórtico 18, después que trajo a colación otras explicaciones:
La sexta ventaja que proporciona este precepto es su cumplimiento. Además de todos los beneficios que mencionamos, hay otro más: el que es cumplido como mandato divino lo mismo que las demás mitzvot que nos ordenó; que no es ejecutada en pos de algún interés humano que el hombre procura según su entendimiento o elección y a pesar que el cumplimiento de este precepto proporciona los beneficios mencionados, no por ellos debe el hombre estar dispuesto a cumplirlo, sino por que es una orden divina, con respecto a lo cual leemos en Bereshit 17, 1: "Anda delante de Mí, y sé perfecto" y también dijo Rabí Meir, tratado Nedarim 31b:
"Grande es la importancia del precepto de la circuncisión, pues gracias a él creó el Santo, alabado sea, el mundo, según leemos (Yirmeya 33, 25): "Si no ha de subsistir Mi pacto, con el día y con la noche, y si Yo he establecido las leyes de los cielos y de la tierra", pues presupone el cumplimiento de todas las demás mitzvot a cuyo efecto fueron creados el cielo y la tierra."
Rabí Akiva formuló el mismo principio en su respuesta a Rufus: ” . . . porque el Santo, alabado sea, no promulgó este precepto con otro propósito que el de acrisolar mediante ellos a los hijos de Israel, respecto de lo cual dijo David: 'Acrisolada es la palabra del Señor'."
Benno Jacob, en su comentario al libro del Génesis, después de haber señalado el significado de la circuncisión como símbolo, agrega, en el mismo sentido que Rabí Akiva, que la circuncisión es una especie de perfeccionamiento de la Creación; un enaltecimiento de la naturaleza a un nivel supranatural; un ennoblecimiento de la obra divina. Deduce ésto del texto, es decir, de los versículos donde fue enunciado el mandamiento, pues conjuntamente con la circuncisión le fue cambiado el nombre: Abraham en lugar de Abram, nombre con que lo había denominado su padre. Un nombre nuevo otorgado por el Señor. Este cambio estuvo acompañado de la exigencia de hacer un cambio también en su cuerpo, y del mismo modo que el primer hombre recibió su nombre del Señor (Bereshit 5, 2) y así como el nombre de Yaacov fue cambiado a Israel, como si cada uno de ellos hubiese sido creado nuevamente, convertidos en una criatura más noble que la primera, la "natural", del mismo modo debemos concebir la circuncisión, que fue grabada en él por mandato divino y no por la naturaleza, para ennoblecer a ésta. '' (Véase en la sidrá Tetzavé la opinión de B. Jacob que también la vestimenta constituye un ennoblecimiento de la Creación.) Así como esta innovación fue el comienzo de la moral humana, así hay que considerar la circuncisión como la fundamentación de la fe judía. Los maestros de la Mishná también expresaron su opinión en el mismo sentido, al considerar la circuncisión como un "perfeccionamiento" del judío.
Es sabido que el versículo que encabeza esta lección sirve de base para deducir que la circuncisión es permitida en el día sábado. En el tratado Shabat 132a, explican el término "y en el día" de la locución "Y en el día octavo será circuncidado" aún en día sábado.
Para mejor comprender el asunto en estudio, es importante conocer un debate entre los Sabios acerca del principio que "el peligro de muerte suspende las restricciones del día sábado", ocasión en la que adujeron en apoyo de este principio diversas pruebas. Leemos en el Talmud, tratado Yoma 85a:
Cierta vez les fue planteada la siguiente pregunta a Rabí Ishmael, a Rabí Akiva y a Rabí Eleazar ben Azaria, y con ellos estaba Rabí Ishmael, el hijo de R. Eleazar y Rabí Levi, el ordenador: ¿Cual es el fundamento del principio que el salvar una vida suspende la restricciones sabáticas?
Respondió Rabí Eleazar: ¡Mira! Si la circuncisión, que concierne a sólo uno de los miembros del cuerpo humano, es más importante que el sábado, con mayor razón aún podemos decir lo mismo de todo el cuerpo.
Extraño es ésto. ¿Cómo fue planteada una pregunta como ésta? ¿Porqué obtuvo tal respuesta, con argumentos tan formales? El autor del comentario Haboné, a la antología Ein Yaacov, formuló su asombro con las siguientes palabras:
Es elemental que se ayuda a salvar una vida en peligro en día sábado, pues el Señor, alabado sea, dijo acerca de Su Ley: "...porque es tu vida y la longitud de tus días" (Devarim 30, 20), es decir, para que vivas y no para causar la muerte debido a su observancia. Más aún, en la Mishná está enunciado explícitamente: "Un asomo de peligro de muerte suspende las restricciones sabáticas" (Tratado Yoma 83a). ¿Cómo es entonces que les fue planteada tal pregunta a los Sabios? ¡Cómo si sería algo fuera del sentido común para cuya justificación es necesario mencionar pruebas de las Escrituras!
El mismo comentarista contesta a la pregunta:
Siendo que el vulgo supone que así como rige el principio de "se dejará matar pero no transgredirá", con respecto a la prohibición de la idolatría, así mismo será correcto ante Dios también con respecto a los demás preceptos, al arriesgarse a morir con tal de cumplir con Sus mandamientos, y con mayor razón aún, de no salvar en día sábado una vida en peligro. Por tal motivo debió el sabio enseñarnos que incluso el asomo de peligro de vida es suficiente para suspender las restricciones del sábado. Y por ser el precepto del Shabat repetido más que ningún otro en la Torá, destacándose su gravedad más que en ningún otro mandamiento, hasta que leemos respecto a él simplemente (Shemot 31, 14): "El que lo profanare será muerto irremisiblemente". Por ello preguntaron estos Sabios: "¿Cuál es el fundamento del principio que el peligro de vida suspende el mandamiento del shabat?" Queriendo significar con su interrogante que se les enseñe una prueba clara de las Escrituras que evidencie tal principio frente a la prescripción clara de la pena de muerte al profanador.
Confirmación a sus palabras, de que las pruebas formales de la inferencia no tuvieron otro objeto que el de presentar una prueba agradable, la encontramos en el hecho que el último en responder en el Talmud a dicha pregunta, Shemuel, no adujo una prueba formal basada en las Escrituras, sino el motivo mismo del principio, a saber, que la Torá es vida para los que la observan, pero no muerte:
Dijo Rav Yehudá en nombre de Shemuel: "Si yo hubiera estado allí, hubiera dicho algo más convincente de lo que ellos dijeron: `Observaréis, pues, Mis leyes y Mis decretos que el hombre que lo practique vivirá en ellos...' (Vayikrá 18, 5) y que no muera en ellos." Dijo Rabá: "Todas las respuestas pueden ser discutidas. La de Shemuel, no."
Con esto comprenderemos bien el motivo de toda esta búsqueda de una prueba textual para este gran principio, que para salvar una vida se suspenden las restricciones sabáticas, principio que cuenta con el testimonio de toda la Torá. Pero aún nos queda por comprender las palabras de R. Eleazar.
¿En qué consiste su demostración del principio que el peligro de vida suspende las restricciones sabáticas? ¿Qué clase de inferencia de menor a mayor es ésta? Si el mandamiento de circuncidar al octavo día prevalece sobre el mandamiento del sábado, ¿cuál es entonces la conclusión que se puede arribar con respecto al principio de que una vida en peligro suspende las restricciones sabáticas? Pues, no son, aparentemente, argumentos del mismo orden. La circuncisión es una exigencia. El salvar la vida es un don; la primera es un sacrificio, la segunda, recepción de ayuda. Una hace peligrar la vida del hombre mientras la otra prescripción lo zafa del peligro. En el caso de la circuncisión una obligación reemplaza a otra. En el otro caso se anula una obligación. Siendo estos dos asuntos tan diferentes, cabe preguntar, ¿Cómo inferir del uno con respecto del otro?
Pero, todos estos argumentos sobre la diferencia entre ambos preceptos se basan en una comprensión errónea de la circuncisión.
Pues si concebimos el mandamiento de la circuncisión como un perfeccionamiento del hombre, se podrá comprender esta inferencia.
Cuando se rescata a una vida del peligro de la muerte física, se le posibilita setenta u ochenta años de vida que le fueron asignados en este mundo a fin de servir al Señor, pues la vida es el lugar de realización de los preceptos de la Torá. La perfección necesaria y la posibilidad de identificarse con Dios le son otorgadas al hombre por la circuncisión, con la cual pacta con Dios, lo que le da sentido a su vida. Rashí insinuó ésto al agregar en su comentario una sola palabra a la respuesta de Rabí Eleazar, la palabra "perfeccionamiento". Rabí Eleazar dijo: "Y si la circuncisión, que concierne a sólo uno de los 248 miembros del cuerpo humano...". Rashí explicó así: "Y si la circunsición que es el perfeccionamiento de sólo uno de los 248 miembros del cuerpo humano..."
Según esta explicación, Rabí Eleazar no se propuso inferir la suspensión de la reglamentación sabática para salvar una vida, lo cual parece ser una suavización de la ley, de la suspensión de dichas reglamentaciones por causa de la circuncisión, que es un agravamiento de las obligaciones. Tampoco hay que concebir la suspensión de las restricciones sabáticas para salvar una vida, como un sacudir el yugo de un precepto, ni la suspensión de las restricciones sabáticas para efectuar la circuncisión como la imposición de un yugo más pesado.
Lo correcto es ver a ambos como actos de disciplina del mismo orden: La circuncisión es un símbolo del pacto con El y de aceptación de Su autoridad; el salvar una vida es posibilitar continuar cumpliendo el pacto y seguir respetando Su autoridad y Sus mandamientos.
Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibowitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986 págs. páginas 144-149.