La función del profeta es certificar que sus profecías no se habrán de cumplir, y por consiguiente, los profetas, y entre ellos Yeshaiahu en nuestro capítulo, realizan actos simbólicos cuya finalidad es penetrar en los corazones. Yeshaiahu hace todo lo posible para que sus profecías no se hagan realidad, pero generalmente, fracasa.
Una imagen vale más que mil palabras-Yeshaiahu, que anda desnudo y descalzo habrá de influir en todos los que lo rodean, más que mil profecías y reprimendas. Esta imagen quedará grabada en los ojos del joven y el anciano, del hombre y la mujer, e incidirá en ellos, a fin de mejorar su comportamiento. La función del profeta es asegurarse de que sus profecías no se habrán de cumplir. La gran mayoría de las profecías, son profecías de reprimenda. El profeta reprende al pueblo por sus actos, y los insta a arrepentirse y retornar a la buena senda.
Si continuarán aferrándose a sus pecados-sobrevendrá una tragedia: guerra, sequía, epidemia, exilio, muerte.
Si habrán de mejorar vuestra conducta-lograrán evitar la inminente tragedia.
La primera parte de la ecuación es mencionada casi siempre. La segunda parte-es obvia. La función del profeta, pues, es provocar que el pueblo se arrepienta y retorne al buen camino, a fin de que sus profecías no se hagan realidad.
Los actos simbólicos que vemos en los diferentes profetas-Yeshaiahu, Irmiahu, Yejezkel, y otros, son realizados a fin de potenciar la profecía y transformarla de un texto hablado y escrito a una obra que afecta a toda la esencia del espectador. Un espectáculo al que será expuesta una familia completa, será mucho más significativo que una profecía que sea escuchada por el padre de familia en el patio del Templo, en el mercado o en la Casa de la plegaria.
Yeshaiahu hace todo lo posible para que sus profecías no se hagan realidad, pero generalmente, fracasa.
Sus profecías se hacen realidad.
Cortesía sitio 929.