El vocablo “Shem”, “Nombre”, significa también “simiente”. Si no tienes descendientes, nadie habrá de llevar tu nombre-el monumento es un sustituto.
En el capítulo 14 se relata que Abshalom tuvo tres hijos y una hija (Capítulo 14, versículo27). Sin embargo, del versículo 18 se infiere que Abshalom no tiene ningún hijo que recuerde su nombre, es decir que perpetúe su memoria de un modo personal, mediante la colocación de un monumento en vida. Resulta difícil saber fehacientemente, cómo resolver dicha contradicción. Hay quienes sostienen que los hijos de Abshalom murieron mientras él estaba con vida, y otros consideran que a criterio de Abshalom, no tiene un hijo decente adecuado para el reinado (Al respecto, vean el comentario de Radak). Se puede suponer que a raíz del nexo entre “Ben” (hijo), “Shem” (nombre) y “Zejer” (recuerdo), que será analizado a continuación, sus cuatro hijos fallecieron mientras él vivía y por ende, llamó “al monumento por su propio nombre” (versículo 18).
Algunos investigadores demostraron que uno de los sentidos del sustantivo “nombre” en diversas lenguas semitas, es “hijo”-“simiente”. El nombre de la persona es su simiente, su eternidad, su memoria y su legado. Un claro paralelismo entre “nombre”, “simiente” y la perpetuación de la persona existe también en la literatura mesopotámica. Por ejemplo: “Quieran los grandes dioses destruir su nombre y su simiente”.
El nexo entre “Hijo”, “Nombre” y la perpetuación del padre, se pone de manifiesto de un modo destacado, en el famoso episodio de las hijas de Tzelofjad (Bamidbar, capítulo 27). Las cinco hijas de Tzelofjad enfatizan que conforme a las leyes de herencia patriarcales vigentes, destinadas a conservar “la heredad de los padres”, en el marco de la casa paterna y la familia, el “nombre” de su padre, que falleció sin tener un hijo varón, que habría heredado su tierra, “se verá suprimido”. Lo que en este caso quiere decir, “será arrancado” de su familia, ya que su heredad no será heredada por sus descendientes, sino que será repartida entre parientes que no son su descendencia. A fin de garantizar que esto no suceda, ellas demandan enérgicamente: “Danos a nosotras posesión entre los hermanos de nuestro padre” (Bamidbar, capítulo 27, versículo 4).
Abshalom, que temía que su nombre fuera suprimido del seno de su familia y de su tribu, por no tener un hijo varón y heredero, quiso perpetuar su memoria mediante la construcción de un monumento. Aparentemente, a través de este monumento, Abshalom quería destacar y perpetuar su posesión de esta tierra, sobre la cual fue construido el monumento, y que es una especie de “heredad”-la cual él no puede dejar como herencia a su hijo, pero esperaba que el monumento, perpetuara su posesión y dominio sobre este espacio.
Gentileza sitio 929