En el quinto acto de Kohelet se encuentran el sabio frente al temeroso de Dios. En el contexto del encuentro, flota el gran interrogante-la cuestión de la recompensa.
Los sabios son los observantes de los preceptos.
El comienzo del capítulo 8, nos retrotrae a la expresión del temeroso de Dios (en el inicio del capítulo 5), a partir del agudo contraste entre el “yo” y el “tú”-“El mandato del rey cuida…”, es decir, la exigencia de observar los preceptos.
El capítulo comienza con la pregunta “¿Quién es como el sabio? Y ¡quién ha de saber el sentido de la cosa!” y la respuesta es: “yo” (sé el sentido de la cosa, y es) “el mandato del rey cuida”, ya que precisamente los observantes de los preceptos, es decir, los temerosos de Dios, son los verdaderos sabios.
También aquí, los ocho primeros versículos del capítulo 8, expresan la solución a la que tiende el relato de Kohelet y cómo llegar a ella (tal como en el capítulo 5 del libro Bereshit), y completan la conclusión final: “el mandato del rey cuida” y “El que cuida el precepto no habrá de saber cosa mala” (Capítulo 8, versículos 2-4) se unen con “Pues a Elohim habrás de temer” (Capítulo 5, versículo 6) y generan los conceptos finales del temeroso de Dios, y de toda la Meguilá, de todo el relato: “¡El epílogo! Todo se entiende: a Elohim has de temer y Sus preceptos has de cuidar, ya que esto es toda la persona” (Capítulo 12, versículo 13). Así, se puede señalar claramente el desarrollo de las conclusiones del temeroso de Dios, a partir de la discusión interna de Kohelet a lo largo del relato, del temor a la observancia. Nuevamente vemos cómo “el epilogo “no puede ser un agregado, sino una conclusión que surge orgánicamente de la Meguilá, del relato.
El sabio comenzó la segunda parte con un elogio al “día de la muerte” ya que es “final de toda persona” (Capítulo 7, versículos 1-2) y la conclusión final es el temor y la observancia, como “epilogo” que refleja a “la persona”.
Síntesis de los caracteres del “yo”
También aquí aparecen reacciones en contra de los conceptos del temeroso de Dios, ya que , en efecto, (desde el versículo 9 del capítulo 8) regresa el estilo del “yo” indagador, y el sabio que hay en su interior lleva la cuestión de la recompensa a su máximo nivel, o sea, al interrogante sobre la injusticia existente en el mundo: “he visto impíos sepultados (con honor) , mas han venido (en paz, a su Descanso eterno); y aun en su vida “del lugar sagrado se han ido”, como si fueran justos y piadosos, y todo ello porque Dios se enoja y “no se cumple sentencia, por el acto del mal, pronto“ pero las personas se aprovechan de ello y “por ello está colmado el corazón de los hijos del hombre -en ellos-para hacer mal” (Capítulo 8, versículos 10-11).
Además, el “yo” indagador cita textualmente la respuesta del temeroso de Dios (capítulo 8, versículos 12-13): “Pues también sé yo que habrá lo bueno para los temerosos de Elohim, los que temen de ante Su Presencia”. Pero inmediatamente, rechaza esta cita enérgicamente, porque “Hay absurdidad que se hace sobre la tierra. Porque hay justos a quienes les alcanza, cual acción de los impíos mientras que hay impíos a quienes les alcanza, cual acción de los justos -pensé que también esto es absurdo” (como toda la vida humana) (Capítulo 8, versículo 14). Este es, en esencia, el enfrentamiento directo entre el “temeroso” y el “sabio” en el interior de Kohelet; sin embargo, “la solución” de la pregunta, después de dos versículos, se halla en la falta de capacidad de respuesta por parte de la persona, tampoco entre los sabios, y deja a ambos sin solución: “Observé toda la obra de Elohim, pues no podrá el hombre hallar la acción: que se hace bajo el sol, por causa que se esfuerza el hombre para buscar (comprender) y no ha de hallar; y aunque diga el sabio: ¡saber! no podrá hallar” (Capítulo 8, versículos 14-17).
Gentileza sitio 929.