El episodio de la ofrenda Jatat (el sacrificio por el pecado) del líder nos enseña que el rey no tiene privilegios ante Dios. También él, como toda persona, se encuentra frente a Dios y debe traer una ofrenda si cometió una falta involuntariamente.
La sección Vaikrá fija una ofrenda especial para el líder que pecó involuntariamente. El primer versículo en este tema comienza con esta expresión: “Cuando un gobernante pecare” (Versículo 22). Jaza”l, nuestros Sabios de Bendita Memoria se expresaron sobre este versículo:
“Cuando un gobernante pecare”-del vocablo “Ashrei” (Bienaventurados): bienaventurada la generación cuyo gobernante se ocupa de traer una expiación por su falta involuntaria; con más razón aquel que se arrepiente por sus errores intencionales” (Rashi, según nuestros Sabios de Bendita Memoria).
El comentarista Sforno (Rabí Ovadia Ben Iaacov Sforno, un comentarista bíblico que nació en Cesena alrededor del 1475 y falleció en Bolonia en 1550) señala que los pecados de los reyes son un incidente frecuente: “ya que a pesar de que puede darse el hecho de que pequen, como fuera escrito “Ieshurún (hace referencia a Israel) engordó y se rebeló”. A la luz de nuestro conocimiento sobre la tendencia a la corrupción de gobernantes y nobles, podremos comprender la verdad de esta expresión. Aquí la Torá lidia con la tendencia de reyes de permitirse a sí mismos todo pecado y todo mal. Ella le exige al rey incluso expiar los pecados cometidos en forma involuntaria. Qué grandeza espiritual le es demandada al rey, a quien se le exige traer un sacrificio por su pecado involuntario, a los ojos de los Cohanim y el pueblo! El rey se presenta ante Dios no como un gobernante sublime sino como un servidor ordinario de Dios. De hecho, el reclamo de la Torá del rey se basa en esta conciencia: aunque eres grande y honorable para ti mismo, crees que estás por encima de otros humanos y sus leyes, pero para el rey de Reyes eres un hombre ordinario más.
El episodio del rey en el libro Devarim reconoce también los peligros espirituales que acechan al rey, y lo advierte al respecto: “Y será que al asentarse él sobre el trono de su reino, deberá escribirse la repetición de la Torá, esta… Y ella estará con él, y leerá en él (rollo) todos los días de su vida; para que aprenda a venerar a El Señor su Dios.: para cuidar todas las palabras de esta Torá… Para que no se enaltezca su corazón más que sus hermanos, y para que no se aparte de la Ordenanza, ni a derecha ni a izquierda” (Devarim, capítulo 17, versículos 18-20).
La Torá relaciona la postura del rey hacia sus hermanos con su postura hacia Dios: cuando el rey “enaltece su corazón más que sus hermanos”, y él se considera como por sobre los otros y que no está sujeto a la ley, pues entonces, tampoco sabrá “venerar a Dios”. Y así también, a la inversa: el rey no habrá de sentirse superior a sus súbditos, sólo si recuerda que todos son iguales ante su Creador.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot"