Aprender a reprochar

Aprender a reprochar

En el curso del libro Devarim, Moshé reprende al pueblo de Israel por los pecados del pasado, de cara al ingreso a la tierra. Un reproche productivo requiere de enseñanza y efectivamente, se puede aprender de la amonestación de Moshé algunas condiciones para un reproche apropiado que sea aceptado por el receptor del mismo.

En todo lo concerniente a la amonestación, el momento de la misma, no es menos importante que el contenido. Un reproche dirigido a una persona que cayó en la desesperanza puede precipitar aún más su caída al precipicio. Moshé eligió su momento con sumo cuidado. La Torá se ocupa de señalar que eso fue “después que él hubo batido a Sijón, rey de Emorí…y a Og, rey de Bashán” (Capítulo 1, versículo 4), es decir, precisamente después de grandes victorias, cuando el pueblo siente una elevación espiritual:

A la par del momento, es importante que el reproche sea pronunciado en momentos en los que el receptor se halla dispuesto a cambiar. A una persona le resulta difícil cambiar sus patrones de conducta cuando se halla atado a una rutina. También aquí, el reproche de Moshé es preciso, ya que el mismo fue dicho en la antesala del ingreso de los hijos de Israel a la tierra, en el umbral del inicio de un nuevo capítulo, de una nueva experiencia de vida.

Es importante también evaluar el estado de relaciones entre el que reprende y el que recibe la reprimenda. También aquí resulta claro que el momento elegido por Moshé fue exitoso: la noticia acerca de que Moshé está a punto de morir, garantiza que el oído del pueblo estará atento a sus palabras.

En cuanto a la dosis, también es importante en todo lo concerniente a la manifestación de la amonestación. Hay áreas en las que se considera que “todo aquel que agrega, es digno de elogio”, pero en relación al reproche, lo opuesto, es lo correcto. En los libros Shemot, Vaikrá y Bamidbar, prácticamente no hay reproches de Moshé al pueblo. Cuando la reprimenda se convierte en un evento en particular, excepcional, la gente se muestra más dispuesta a escucharla, pero cuando se transforma en algo rutinario, muy rápidamente, la gente aprende a sellar herméticamente sus oídos.

Lo sorprendente en el reproche de Moshé es que él no reprocha a aquellos que han pecado, sino a sus hijos. La amonestación es un recurso para enmendar. Hay en el Talmud un principio según el cual “así como es un precepto que la persona pronuncia aquello que será escuchado, del mismo modo, es un precepto para la persona, no expresar aquello que no habrá de ser escuchado” (Yebamot 65b). La manifestación de un reproche a una persona que no puede incorporarlo, puede llegar a producir daño, la reprimenda a los padres, hubiera caído en oídos cerrados, los hijos, a una generación de distancia, son ellos los que pueden escuchar y corregir.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Lehitorer leiom jadash: kriá mitjadeshet shel haTorá veshel jaJaim" ("Despertar a un nuevo día: una lectura renovada de la Torá y de la vida"), publicado por Maguid.

 

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