¿Un Estado ejemplar y maravilloso o uno golpeado por las guerras y las dificultades? Tanto hoy como ayer-todo depende de los ojos del observador.
Instantes antes de finalizar el libro Yehoshua, el texto diseña una imagen ideal: “Y dio el Eterno a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres; la poseyeron, y habitaron en ella. Y el Eterno les concedió reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres: y ninguno de sus enemigos les pudo hacer frente… No dejó de cumplir ninguna palabra de todas las cosas buenas que habló el Eterno a la casa de Israel; todo se cumplió” (Capítulo 21, versículos 41-43). La imagen no es casual e incluso reitera las palabras de despedida de Yehoshua en el capítulo 24: “Y les di la tierra por la cual no han trabajado, y ciudades que no han edificado, en las cuales moran; viñas y olivares que no plantaron, pero de los cuales comen” (Capítulo 24, versículo 13), “Y el Eterno echó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al Emorí que habitaba en la tierra” (Capítulo 24, versículo 18). ¿Acaso es esta realmente la situación histórica? Los capítulos anteriores en el libro Yehoshua, e incluso los capítulos siguientes en el libro Shoftim (Jueces), reflejan una realidad opuesta. Las dificultades en el marco del asentamiento del pueblo en su tierra no cesan y las guerras son muy sangrientas en el seno del hogar y también con los pueblos de la tierra que se hallan a lo largo de toda la franja.
Parecera que si actualmente debiéramos dibujar nuestra situación ideal en el Estado de Israel hoy, aquí también podríamos registrar dos descripciones tan contrastantes. La tierra nos fue entregada, y habitamos en ella en un número que no alcanzamos durante dos mil años. Nuestros enemigos no pueden con nosotros y las ciudades están hermosamente construidas. Un vistazo rápido a lo que sucede entre nuestros vecinos, muestra cuán bien está aquí. No obstante, por otra parte, la constante realidad de guerras entre las tribus del pueblo, y con los vecinos de la región es parte nuestra. Acompañada de sangre y dolor. Los habitantes del Estado viven bajo una amenaza a la seguridad y con una dificultad económica diaria.
No hay una descripción correcta. Ni ayer ni hoy. La vida posee planos diferentes y opuestos. Y mucho depende de los ojos del observador.
Al final del libro de Yehoshua se nos solicita, en más de una ocasión, elegir la descripción a través de la cual el vínculo entre Dios y la casa de Israel proporciona paz y quietud.
Gentileza del sitio 929.