Algunos ven en el nombre Asa una alusión a la medicina. Y en efecto, la función de Asa consistió en curar las heridas del pueblo y llevarlo nuevamente a los días de gloria de David y Shlomó. Pero su pánico le jugó en contra y le provocó desperdiciar el momento.
La expectativa de la unidad de Israel y de la restitución de las diez tribus al reino de la Casa de David se incrementó y fortaleció al morir Yarovam y cuando fue asesinado su hijo Nadav. La dinastía real alternativa de Israel fue eliminada, y su poder espiritual y moral-la profecía de Ajiá-ya no estaba vigente.
Por lo tanto, Asa tuvo la posibilidad y el momento oportuno para recuperar la gloria del reinado, antes de que asumiera un nuevo líder en Israel y le arrebatara el reino por la fuerza. Asa se apresuró a desplegar su protección a Israel, purificar a esas zonas del Monte Efraim que logró conquistar, e incluso se acercaron a él e Efraim, Menashé y Shimón, al ver que su Dios estaba con él, como está mencionado en Divrei Haiamim, Crónicas II (Capítulo 15, versículos 8-9): “y quitó las abominaciones de toda la tierra de Iehudá y de Biniamín, y de las ciudades que él había tomado en el monte de Efraim…Y juntó a todo Iehudá y Biniamín y con ellos, los extranjeros de Efraim, y de Menashé, y de Shimón, porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que el Señor, su Dios, estaba con él”
Asa reinó cuarenta y un años, poco más que David y Shlomó. Comenzó su reinado como un rey justo al eliminar la idolatría de Israel. Luchó fiel al legado de su padre, Aviyam, e incluso se levantó y luchó contra su abuela, Maajá hija de Avishalom, la dama del reino, que debido a su corta edad, se convirtió en su regente y quien lo respaldaba en su reino, quemó a su monstruo y la alejó de su cargo y estatus. No solo ejecutó una enmienda religiosa, sino que con mucha fuerza y coraje político inició una guerra frontal, en la cual desarraigó los puntos centrales del fracaso de su reino. La situación política real, y su contenido valorativo interno, fueron precursores de la esperanza de la unidad. Pero he aquí que en ese momento, Basha, el rey de Israel, fortificó su reino desde el sur y construyó Rama, y Asa entró en pánico y sacó los tesoros de la Casa de Dios a fin de sobornar a Ben Hadad, rey de Aram, para que ataque a Basha por atrás. Ben Hadad violó su alianza con Basha y atacó las ciudades del norte, y Basha fue advertido y se retiró. Pero Asa fue el más perdedor de todos-su pánico le jugó en contra y le provocó desperdiciar la oportunidad. La dimensión de la frustración fue tan grande como la de la esperanza.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.