De un liderazgo milagroso a una salvación natural

De un liderazgo milagroso a una salvación natural

El cántico se divide en dos partes diametralmente opuestas. Mientras que la primera parte aborda el liderazgo Divino en el cual Dios acude en ayuda de David y lo salva de un modo dramático, en la segunda parte, no es Dios el que actúa sino que es David, y Dios fortalece su accionar. Lo que se contempla como un descenso en el nivel de la presencia Divina, no es más que una expresión de ascenso en el nivel humano.

En la primera parte del cántico (versículos 2-20) Dios acude en ayuda de David y lo salva de un modo dramático: monta un querubín, lanza flechas y rayos, dispersa a los enemigos, rescata a David que se está ahogando y lo saca a flote. Todo el mundo tiembla por la ira de Dios, que aparece en el ruido, el fuego, la oscuridad y el agua.

También en la última parte (versículos 29-51) del cántico, Dios aparece para ayudar a  su servidor, pero el carácter de dicha revelación es completamente diferente. En esta ocasión, la aparición es calma y tranquila, amplia y confiada. Aquí abandonamos el mundo del milagro y la presencia Divina directa. No es Dios el que actúa, sino David, y Dios fortalece su accionar, y le concede energía y fuerza. Es David el que sale a la batalla y vence. La presencia de Dios se revela a través del accionar humano.

La descripción milagrosa de la primera parte es fuerte y singular, en comparación con descripciones similares del Tanaj. Esta descripción es, de hecho, una metáfora  y parábola poética, que vincula la salvación de David con la redención de Israel del inicio. Es una expresión del enfoque de la creencia, de la fe interior de David en relación a todo lo que le sucede. La personalidad activa y creativa de David fue borrada y desapareció, y se reveló el liderazgo Divino que actúa  por medio de ella, como si fuera sin barreras ni mediadores. En la segunda parte es enfatizado el apoyo de Dios, que le concede a David la fuerza para vencer. Lo que aparentemente es percibido como una disminución de la presencia Divina, es en realidad, una expresión del ascenso en el nivel humano. No se trata de un factor perturbador, sino por el contrario, se le otorga la posibilidad de participar en la batalla, de ser socio del rey en su tarea, combatir y definir la contienda hasta que, desde el cielo, sea colocada en su cabeza la corona de la victoria.

Editado por el equipo del sitio de Tanaj, extraído del libro “Oz Melej-Iyunim besefer Shmuel”, ediciones Midreshet HaGolán

Volver al capítulo