Los hijos de la segunda generación repiten los mismos errores cometidos por los hijos de la primera generación. Sus quejas sobre la comida y el agua despiertan una sensación rara de Deja Vou. ¿Acaso, realmente no hay ninguna diferencia significativa entre las dos generaciones?
En la primera queja sobre el maná, en el capítulo 11, el pueblo de Israel “extraña” la comida que recibían gratuitamente en Egipto. Dicha queja suena rara, pero debemos recordar que hace apenas un año que se liberaron de la esclavitud., y la compleja transición de la esclavitud a la libertad, requiere de algo más que desprenderse del poder del amo. Sobre los hombros del hombre libre hay una gran responsabilidad, mientras que el esclavo depende totalmente de los demás: todas sus cuestiones son manejadas por sus amos. Al encontrarse esclavizado, el esclavo está libre de las preocupaciones, que son una parte inseparable de los compromisos que conlleva la independencia personal. En el inicio del camino, incluso cuando los hijos de Israel salieron de la esclavitud en Egipto, aún no se han recuperado de la forma del pensamiento del esclavo. Por consiguiente, ellos se quejan por el maná, que les demandaba responsabilidad y compromiso espiritual, y recuerdan con nostalgia la vida sin compromisos de la esclavitud egipcia.
En el capítulo 21, después de 40 años en el desierto, ellos vuelven a quejarse: “pero se exasperó el espíritu del pueblo por causa del camino. Habló el pueblo contra Elohim y contra Moshé: ¿para qué nos han hecho ascender de Egipto, para morir en el desierto? Pues no hay pan ni hay agua, y nuestro ser se ha fastidiado con este pan anodino” (Versículo 4-5).
Aparentemente, aquí los integrantes de la segunda generación se quejan, como sus padres, por haber salido de Egipto. Pero en esta ocasión se ve claramente que el pueblo no extraña a la tierra de Egipto, sino que manifiestan su frustración por el hecho de no ingresar a la tierra de Israel. A fin de evitar el paso por la tierra de Edom, los hijos de Israel se dirigieron hacia atrás, en dirección al Mar Rojo (Mar de los Juncos), en lugar de emprender el camino directo hacia la tierra de Kenaan. Ellos están hastiados del desierto y del maná, y desafían a Moshé: ¿Acaso nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? ¿Acaso el objetivo de la salida de Egipto no era el de heredar la tierra de Israel, tierra de trigo y arroyos? Los hijos de Israel están impacientes, no vacilantes; tienen plena confianza en sí mismos, no están paralizados por el miedo.
Una lectura precisa de los capítulos 20-21 revela la transformación por la que pasaron los hijos de Israel. Ellos se encuentran frente a situaciones similares a las que pasaron sus padres, pero reaccionan de un modo diferente, lo cual da cuenta de su condición de hombres libres, que pueden heredar la tierra.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".