No es de sorprender que la Torá exprese sus ideas más profundas con palabras escuetas y lacónicas que obligan a un esfuerzo para descubrir lo que se encuentra debajo de la superficie. Ello nos sucede también en el tercer libro del Pentateuco, que comenzamos a leer esta semana, particularmente, cuando aparecen en una enumeración del tipo de ofrendas que deben presentarse en el Templo para reparar las faltas.
Quienes no llegan a descubrir los vericuetos del texto, se preguntarán la razón por la que debemos estudiar temas como el de las ofrendas que no tienen aplicación en nuestros días. Otros, buscan explicaciones esotéricas o proféticas para explicarlo.
La falta del dirigente
Pero, si sólo tomamos un ejemplo encontramos otra respuesta: “Cuando peca un Nasí (palabra genérica que significa gobernante, líder, rey, juez, anciano o príncipe) y comete sin intención una de todas las cosas que el Eterno su D-os manda que no deben hacerse, y así se ha hecho culpable, o se le ha dado a conocer su pecado que ha cometido contra el mandamiento, entonces tiene que traer como ofrenda suya…” (Vaikrá 4:22-23). En la enumeración de los versos que aparecen en el contexto, se nombran como pasibles de cometer infracciones y pecados todos los estratos sociales, desde el Sumo Sacerdote, “toda la comunidad” (que incluye al tribunal supremo), “el príncipe (Nasí),” y las personas “comunes y corrientes”.
Es importante comprender que los líderes de nuestra época tanto en Israel como en las comunidades dispersas, deben regirse por el Derecho y tienen la obligación de rendir cuentas por sus acciones. Su autoridad deriva de la norma, y toda actuación que va más allá de la autoridad conferida (ultra vires) es nula.
Un líder de la comunidad se hace responsable de los fracasos de la comunidad
El midrash en Shemot Raba 27:9, cita a R. Nejemia, que explicó el versículo de Proverbios 6:1: “Hijo mío, si has salido fiador por tu semejante, [si] has dado tu apretón de manos aun al extraño” entendiendo que “se refiere a las relaciones entre amigos, ya que mientras son amigos no mira a la comunidad y no es castigado por lo que hace, pero, una vez que recibió un nombramiento para la función pública, y tomó una prenda, no puede decir, tengo que cuidar de mi bienestar, por mi bien la tomé y no me importa la comunidad, sino que todo lo que haga, la comunidad estará sobre él. Y si ve que alguien se comporta incorrectamente y no protesta por ello es castigado por esa acción, ya que “has salido fiador por tu semejante”. Como que D-os le dice al mandatario, tú mismo ingresaste en ese campo (de servicio que es arena de gladiadores), y allí o triunfas o eres derrotado”. Un líder de la comunidad se hace responsable de los fracasos de la comunidad – al menos de aquellos que podría haber evitado.
Los pormenores de las dedicatorias sirven para que podamos reparar los deslices
Lo más importante desde la perspectiva de la Torá: un líder debe ser lo suficientemente honesto para admitir sus errores, de ahí la importancia de la ofrenda por el pecado.
Sólo para que aprendamos la posibilidad de reconocer nuestros yerros aun los cometidos sin voluntad, se justifica que aprendamos los detalles de las ofrendas y sepamos reparar los deslices, incluso ahora que no se pueden llevar al Templo.