El poder corrompe

El poder corrompe

 “Porque la palabra del rey es: autoridad, y ¿ habrá de decirle, qué haces!? (Versículo 4), dice Kohelet. Y en efecto, el enorme poder de la autoridad y sus amplias facultades, pueden derivar en una vía peligrosa hacia la corrupción.

 “Yo (te aconsejo que) el mandato del rey cuida” (Versículo 2), nos indica Kohelet, pero al mismo tiempo, de inmediato agrega: “Porque la palabra del rey es: autoridad, y ¿ habrá de decirle, qué haces!? (Versículo 4)

En estos conceptos aparece una expresión punzante para dos elementos que acompañan a todo gobierno, también en la actualidad. Por un lado, se plantea el deber de “Yo (te aconsejo que) el mandato del rey cuida” (Versículo 2). Toda persona debe respetar a la autoridad y acatar la ley. Estos principios de respeto a la autoridad gubernamental y el acatamiento de la ley son un elemento fundante de todo gobierno democrático que se precie de tal. “Eleva una plegaria por la paz del reino”, nos enseñaron nuestros Sabios “ya que si no fuera por el temor, una persona se tragaría a la otra” (Pirkei Avot, Ética de los Padres, capitulo 3, Mishná 2).

La falta de acatamiento de la ley y la rebelión contra la autoridad son una vía para la anarquía que finalmente nadie podrá erradicar.

A la par de ello, existe el peligro constante de que el gobierno aproveche su enorme poder para mal, sin que haya alguna supervisión critica concreta: “y ¿ habrá de decirle, qué haces!? (Versículo 4).

Cierta vez, un sabio aludió a este fenómeno común, con una frase cínica: “La profunda y única diferencia entre la dictadura y la democracia es que en la dictadura no hay elecciones y la autoridad puede hacer lo que desee, mientras que en la democracia  hay elecciones y la autoridad hace lo que quiere…”

El enorme poder y las amplias atribuciones, pueden ser una vía peligrosa. “El poder corrompe”, dijo el Lord británico Baron Acton “y un gobierno absolutista se corrompe de forma absoluta”. Por su parte, el juez Mishael  Jashin, Vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia: “La arbitrariedad gubernamental es completamente inaceptable, se trata del poder del ser humano: arbitrario acorde a sus deseos y sus momentos. De este modo se refleja el poder de la persona y en contraposición se establecerá  la regla de la ley”.

A fin de evitar una utilización incorrecta del poder por parte de la autoridad, los sistemas democráticos crearon entes de contralor y un sistema de “equilibrios y frenos”, como por ejemplo, el régimen de división de poderes, en el que cada uno de los poderes-el legislativo, el ejecutivo y el judicial-equilibra y controla a los otros poderes. Solo una férrea custodia de estos principios y una supervisión constante, garantizarán que el gobierno actúe en función de los objetivos para los cuales fue elegido, en beneficio de todos y no solamente, en beneficio de aquellos  que se hallan en el poder.

Gentileza sitio 929.

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