Las mismas tareas que son utilizadas para el establecimiento de lo sacro en el Mishkán (Tabernáculo), y para su construcción, son justamente las tareas cotidianas de las cuales deben apartarse los observantes del Shabat. Es la obra del hombre la que genera la santidad y es también la que profana la santidad.
Para establecer la santidad se requieren dos acciones opuestas. Por un lado, hay que apartarse de lo profano: en Shabat nos apartamos de las tareas, en el Templo nos apartamos de las impurezas. Por otro lado, debemos realizar acciones para la construcción de lo sagrado: en Shabat, a través del precepto “Recuerda el día Shabat para santificarlo” (Capítulo 20, versículo 7): el encendido de velas, el kidush y la comida familiar. El establecimiento de la santidad en el Mishkán (Tabernáculo) fue logrado a través de la construcción del mismo propiamente dicha, y por medio del servicio de las ofrendas. Y he aquí que las mismas tareas utilizadas para el establecimiento de la santidad en el Mishkán, y para su construcción, son justamente las tareas cotidianas de las cuales deben apartarse los observantes del Shabat.
De aquí se aprende el principio básico esencial para el término santidad. El sitio sagrado, o el tiempo sagrado, no se encuentran fuera del mundo. No se trata de un escapismo de la realidad, ni se refiere a objetos o lugares singulares, con cualidades mágicas o en los que se dan milagros. El Shabat y el Templo no están en el orden del “Triángulo de las Bermudas”, en el cual aparentemente es posible sentirse fascinado y desaparecer del mundo hacia el más allá. El Mishkán no es más que un sistema de materiales comunes, que también es utilizado para la construcción de lo profano. El mismo oro que es utilizado para las joyas femeninas, puede ser utilizado para un becerro, y puede ser utilizado para los utensilios del Templo y la vestimenta de los Cohanim (Sacerdotes). La misma tierra de Israel que representa la base para la aparición del espíritu profético, es la tierra de Kenaan, en la cual tuvieron lugar las abominaciones más perversas de los kenaanitas.
Es la obra del hombre la que genera la santidad. Y es también la que profana la santidad. Por consiguiente, tanto la acción como el apartamiento de la misma se dan en un mismo plano: las tareas utilizadas para la construcción de lo profano, de ellas hay que apartarse en el día Shabat, para crear un tiempo de santidad; esas mismas tareas son las que se utilizan para la construcción del Mishkán pero en esta ocasión a fin de generar un espacio de santidad.
Porque al final de cuentas la finalidad no es la de escaparse del mundo de la acción hacia un mundo de plenitud, un mundo de ángeles. El objetivo es el de aprovechar al máximo los días y los lugares de santidad a fin de introducir luego la santidad en el día a día. Y entonces:” Y ustedes serán para Mí un reino de Cohanim (Sacerdotes) y una nación consagrada” (Capítulo 19, versículo 6).
Rab Dr. Iehuda Brandes: es un graduado de Yeshivat “HaKotel” y recibió la ordenación rabínica del Gran Rabinato de Israel. Tiene un Doctorado en Talmud, recibido de la Universidad Hebrea de Jerusalén en 2003. Ha dirigido “Beit Morasha”, el Centro de Estudios Judaicos Avanzados y Liderazgo en Jerusalén, desde 1998, y se desempeña como director académico del centro Robert M. Beren. También es profesor en el Instituto Herzog en Alon Shvut, fue uno de los fundadores de la “Escuela Maalé de Televisión, Cine y las Artes”.