Iftaj-un salvador y no un juez

Iftaj-un salvador y no un juez

Ante la insistencia de Iftaj por ser un juez y no solo un salvador militar, se halla un problema y una tragedia personal. Al final, él no es el adecuado para ser un juez porque la mayor parte de su poder está en la guerra y no en el liderazgo.

Por primera vez, desde la transición a una administración de justicia ordenada, surge una amenaza en materia de seguridad. La reacción del pueblo no es la de dirigirse a los jueces civiles que actualmente lideran y manejan el gobierno diario, sino que deciden que ellos deben buscar un salvador carismático y una figura heroica.

Por esta vía ellos llegan a Iftaj. Y en efecto, la figura de Iftaj coincide perfectamente con el modelo del salvador y con el del juez. Él es marginado, carente de prosapia y vive fuera de la sociedad con una banda de hombres vacíos e irresponsables, mientras se apoya en su capacidad de combate. Dichas cualidades son buenas y útiles para emprender un operativo militar pero no responden a los criterios requeridos para la conducción del Estado en esos días. Por eso la propuesta que se le hace a él es “Ven, y serás nuestro comandante, para que peleemos con los hijos de Ammón” (Versículo 6). Ellos lo ven como un líder militar que conducirá a las fuerzas  y nada más. No obstante, Iftaj no quiere conformarse con ello sino que está interesado en ser un juez. A diferencia de Guidón, él exige traducir el éxito militar en gobierno civil.

Sin embargo, al mantenerse Iftaj en su postura intransigente de ser un juez, allí radica la problemática y la tragedia personal. Al final de cuentas, él no es el indicado para ser juez ya que su principal fuerza se refleja en la guerra y no en el liderazgo.

El episodio de su promesa y el sacrificio de su hija, da cuenta de ello. La promesa fue realizada sin criterio y sin ser formulada con el debido cuidado, al ser una promesa tan vinculante. Como una acción impulsiva del combatiente que promete algo en el momento difícil previo a la guerra, es comprensible, pero la condición de asumir la promesa desde la comprensión es poner en marcha el criterio tras la guerra al concretar la promesa, o en otras palabras, la revisión de la vigencia de la promesa y la posibilidad de que se le pregunte sobre la misma y se la anule es fundamental.

No obstante, Iftaj no lo hace. No aclara si es que la promesa está vigente o no y no se esfuerza en ser consultado al respecto. Al mejor estilo de la tradición militarista, el gran general no piensa ni por asomo en modificar su expresión, y en lugar de pensar y evaluar su promesa, se empecina en cumplirla con toda la fuerza y sin condición alguna. Todo esto demuestra lo que ya era nuestra sospecha desde antes, y es que Iftaj carece de las condiciones para liderar en tiempos de paz.  He aquí que si ni siquiera se apiada de su hija,  sino que determina su destino sin consideración alguna y con falta de flexibilidad, pues está claro que con otros  del pueblo se habrá de comportar de este modo.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj.

Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”.

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