Historia
Así como Irmiahu (1:1) y Iejezkel (1:3), Zejariá no solo fue un profeta, sino también miembro de una familia sacerdotal.
Él nació en Babilonia y estuvo entre aquellos que regresaron a Yehudá en el 538-537 antes de la era común, bajo el liderazgo de Zerubabel y Yehoshua (Su abuelo Iddó es mencionado entre los que regresan en Nejemiá 12:4).
Un tiempo después, cuando Ioiakím era un sacerdote, Zejariá aparentemente fue sucesor de Iddó como cabecilla de una familia sacerdotal (Nejemiá 12:10-16). Debido a que el nieto fue sucesor del abuelo, se sugiere que el padre (Berejiá, 1:7) murió a una edad temprana.
Zejariá fue contemporáneo de Jagai (Ezra 5:1; 6:14) pero continuó profetizando más tiempo que él.
Es muy probable que Zejariá escribiera el libro completo que lleva su nombre. Algunos se han cuestionado su autoría en los cap. 9 - 14, citando diferencias en estilo y características en la composición, dando referencias históricas y cronológicas que alegan que la composición de estos requiere una fecha y un autor distinto de aquellos de los capítulos 1 – 8. Sin embargo, todas esas objeciones pueden ser explicadas de otras formas satisfactorias, así que no hay razón por la cual cuestionarse la unidad del libro.
Las fechas de los mensajes registrados de Zejariá están relacionados con los de Jagai y con Ezra.
Propósito de la profecía
El propósito principal de Zejariá (y Jagai) fue el de reprochar la conducta del pueblo de Yehudá, motivarlos y fomentarlos a completar la reconstrucción del templo (Zejariá 4:8-10; Jagai 1-2), aunque ambos profetas ponían mucho hincapié en la renovación espiritual también.
Adicionalmente, el propósito de las ocho visiones nocturnas (1:7 – 6:8) se explica en 1:3,5-6: El Señor dijo que, si Yehudá hubiera regresado a Él, entonces Él habría regresado a ellos. Además, su palabra continuaría cumpliéndose.
Enseñanza Teológica
La teología de la profecía de Zejariá encaja con su nombre, el cual significa “El Señor recuerda”. “El Señor” es el nombre personal, pactado de Dios y su testimonio perpetuo de su fidelidad a sus promesas.
Él “recuerda” sus promesas del pacto y toma acción para cumplirlas. En el libro de Zejariá, la liberación prometida de Dios del exilio babilónico, incluyendo una comunidad restaurada y un Templo que constituye el trono terrenal de Dios, nos llevan a imágenes mucho más grandes de la redención y restauración venidera junto al Mesías.
El libro completo también muestra la soberanía de Dios en la historia, sobre el pueblo y las naciones – pasadas, presentes y futuras.