Mientras que la Parasha “Itro” representa los principios de la Moral, en Mishpatim -derechos- están condensadas las bases del Derecho hebreo. Es el libro de la Alianza: “Sefer Habrit”, ante el cual el pueblo exclama: “Naase Venishma” : “Haremos y oiremos” (XXIV,7).
El Judaísmo significó una revolución espiritual y ética, los diez mandamientos son los principios máximos y primordiales de la moral. Pero el judaísmo convierte esa revolución ético en social y transforma la teoría en práctica. Si el primer mandamiento nos ordena obedecer al Ds’ que nos sacó de la “casa de siervos”, el primer mandamiento práctico de los “Mishpatim”, es la liberación de los esclavos, luego de seis años de trabajo. Si es que la moral nos enseña “no robaras, no mataras”, la moral judaica se transforma en la justicia y legisla en base a los principios morales, organizando al “estado de la Torá” de tal manera que en él la injusticia y la delincuencia sean imposibles.
Esta es una de las pruebas de la armonía interna del judaísmo: los principios morales van siempre a la par de la lucha por la justicia e igualdad social.
Exegesis
Los “Mishpatim”, son los últimos eslabones que unen al hombre con la Divinidad, pues son la corporización de los principios morales. Los mandamientos de la Torá, las Mitzvot están divididas, según la tradición, en “Shebein Adam Lamakom” y “Shebein Adam Lajavero”, en Mitzvot que rigen las relaciones del hombre con la Divinidad y aquellos que se refieren a las relaciones entre los individuos y las sociedades.
La Tora, sin embargo, nos enseña que las segundas nacen de las primeras, y que la reparación entre ambas es solamente ficticia y producto de nuestro análisis. Los preceptos sociales no están solamente destinados a regir las relaciones sociales, a la manera de “contrato social”, a fin de sacar la máxima utilidad y restringir los desmanes de los individuos. Una moral tal, es negativa, es una moral “policiaca” que solo se puede mantener sobre el terror y el castigo. La moral social de la Torá, por el contrario , es positiva. Para ella los preceptos sociales tienen valor religioso, y el que peca contra su prójimo, peca contra la Divinidad; tal es así que Rabí Akiba, declara como el precepto máximo de la Torá, al versículo: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”(Lev.XIX,18).
La Torá reconoce, pues, que los preceptos sociales, no están solamente destinados al bien de la sociedad, sino también al del individuo mismo, pues sin ellos falta una parte primordial en su perfección moral.
En tal sentido es muy ilustrativa una alegoría de nuestros sabios, El Arca de la ley tal como está descrito en la Torá (Éxodo XXV), contenía las dos tablas con los mandamientos divinos; el Arca poseía una cubierta de oro, sobre la cual estaban labrados dos querubines, que a pesar de estar separados por sus pies, se unen por las extremidades de las alas, mientras sus caras se miraban mutuamente.
Nuestros Jajamim (sabios) nos dicen que las tablas de la ley corporizan los preceptos divinos: la Torá. Pero la Torá debe estar encerrada en el caparazón de principios prácticos, de los preceptos sociales. El Arca y la Cubierta simbolizan las “Mitzvot Shebein Adam Lajavero”. Los dos querubines, con rostros de niños, simbolizan la humanidad entera.
Pueden estar separados por su base, puede haber países con diferencias geográficas, políticas, o de cualquier otra especie, pero sus rostros de niños siempre deben estar enfrentados. Los niños son el símbolo del amor y de la inocencia, y entre los pueblos deben existir el amor y la cooperación.
La Torá según nuestros Jajamim, debe estar contenida en el arca de la Justicia, de la ley. Otro no merece contenerla. A nuestra mente “moderna” parece extraña esta concepción de la vida. Estamos acostumbrados a la separación de poderes a la autonomía de la Justicia, y parecería un tanto ingenua la posición de la Torá que encierra en sí, no sólo filosofía o teología sino integralmente la conducta de toda la vida.
Sin embargo he ahí el secreto de la verdadera vida. La otra no tolera la falsedad y la dualidad espiritual.
Es imposible predicar moral sin realizarla, y por lo tanto su base es la Revolución. Si el pueblo judío nació gracias a la Revolución contra la esclavitud del Faraón, nace la Justicia Judía con la Revolución contra la esclavitud interna.
La Torá tomó los conceptos del medio ambiente, la nomenclatura, pero la llenó de un nuevo contenido moral. Es innecesario detenerse sobre lo que significaba un esclavo en el mundo antiguo: un objeto más. La Torá proclama que el esclavo no pertenece corporalmente a su comprador, pues lo único que vendió fue su trabajo: “Ein Gufo Kanui”. La Torá abolió la esclavitud por deudas y por último exclamó: “Mis esclavos son” (Levítico XXV,42). Ante lo cual replica el derecho en el Talmud: “Yo los he sacado de Egipto y mi contrato tiene prioridad” “Mis esclavos son y no esclavos de esclavos!”
Tomemos otro ejemplo de la Parasha: La ley del Talión. La Torá toma como concepto del Talión: “ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo XXI,24) y lo revoluciona El Talmud (Baba Kama 83 B) nos muestra el versículo: “Y no tomaréis precio por la vida del homicida”. (Números XXXV,31): “No tomareis rescate de un homicida, más lo harás en el caso de cualquier otro daño material.”
La Justicia equitativa, sin ningunas consideraciones nos enseña: "ojo por ojo": la ley de la, compensaciones. Sin embargo la Torá nos muestra el camino de una Justicia más contemplativa, una más justa. La Torá nos muestra la puerta de la indemnización pecuniaria, la de reparar el daño hecho y nos obliga a ir por ella.
Muchos tratan de encontrar similitudes de la Torá con el derecho babilónico, y comparar el "Libro de la Alianza" con el "Código de Hammurabi"; sin embargo es enorme la diferencia que los separa. Ambos actúan sobre la misma nomenclatura: la misma organización social, pero el código de Hammurabi" organiza la Moral de acuerdo a la costumbre, al derecho consuetudinario tal como después lo hiciera el derecho Romano, y de una u otra manera todas las demás legislaciones. El "Sefer Habrit", por el contrario, revoluciona la Organización social y la costumbre de acuerdo a la Moral. Lo que allí es la consecuencia y la última etapa, es en el judaísmo base de la Revolución.
El pueblo judío recibe la Torá y la acepta. Se transforma de tal manera en el "elegido" de Ds’
Todos los comentadores se detienen sin embargo en la paradójica respuesta del pueblo judío: "Naase Venishma": Haremos y oiremos". La dificultad es evidente, el orden de la respuesta está invertido, pues primero debe el hombre oír", es decir compenetrarse con la verdad, y luego "Realizar", es decir transformarla en la realidad. Nuestros sabios sin embargo nos enseñan que aquí se halla una de las bases del Judaísmo, y que nuestra paradoja es sintomática.
Es conocida por todos la correlación entre el pensamiento y la acción, la Teoría y la Práctica. Las verdades teóricas tienen influencia sobre la moral del individuo y lo hacen actuar de determinada manera. La influencia es sin embargo recíproca. La Moral influye sobre las ideas, pues muchas veces los prejuicios oscurecen el entendimiento y le impiden llegar a la Verdad.
El pueblo judío se encuentra a los pies del Sinaí, la Revelación divina les muestra la Verdad de la Torá en su integridad. Sintió en sí a Ds’, que le entregaba la Tora, y al tener la revelación, no debe ni puede preguntar, pues debe aceptar sobre todo y a pesar de todo lo que la Torá le impone. Hay preceptos que nuestro entendimiento no alcanza a comprender, más las preguntas son secundarias, pues los preceptos nacen de la Torá. "Sobre todo hemos de cumplir". Y el pueblo nos enseña el camino. Para llegar a entender la Torá, hay que previamente-cumplirla, Solamente estando en la Elevación espiritual en que las Mitzvot nos llevan, los entendemos y nos compenetramos en la Torá. Si las murallas de Jericó caen, verbigracia, la Torá, la Torá es verdadera. Pero para entenderla, para "oír", lo que nos enseña, primero debemos "cumplir”. Solo con la preparación moral interna llegaremos a nuestra meta espiritual.
Antología
“A ninguna viuda ni huérfano afligiréis, que si tu llegues a afligirle y él a mí clamare, ciertamente oiré yo su clamor" (Éxodo XXII 21,22). Comienza la Torá en plural y concluye en singular, para enseñarte que si la sociedad oprime a los desamparados, y tu, aun absteniéndose del mal, no te rebelas contra tal injusticia, eres "culpable*, como está escrito: "No seguirás a los muchos para mal hacer"
(IBN EZRA)..
"Mas si ocurriese una desgracia, darás vida, por vida" (XXI, 23).
"Si ocurriese una desgracia. Si- es necesario salvar a un hermano- "Darás vida por vida" deberás sacrificarte para hacerlo"
(Rabí Elazar Sorover).
"Si en un escondrijo fuese encontrado el ladrón... doble vida.... (XXII, 1,3)
Si el hombre ahondará y excavará en su propio carácter, en su conciencia, hasta encontrar al ladrón en sí mismo. Si halla lo pervertido y Corrompido de su naturaleza "doble vida" una vida doble e íntegra vivirá
(Rabí Mendele Kotzker).