En los capítulos 9-10 del libro de Ezrá, escuchamos acerca de una regulación de Ezrá sobre el tema de los matrimonios mixtos. ¿Qué podemos aprender de dichos capítulos y de otras fuentes, acerca de la atmósfera religiosa en la época del retorno a Tzión?
Son pocas las impresiones de las cuales podemos aprender acerca del estado anímico del pueblo, pero debemos analizarlo en el contexto de los conceptos de los líderes y a partir de la actitud del pueblo hacia ellos y sus actos.
La actitud del pueblo hacia sus líderes era de obediencia y sumisión (Por ejemplo, Ezrá, capítulo 10, versículos 1,12), a partir del deseo de la voluntad divina y de la esperanza de renovar los días gloriosos de tiempos pasados, de ello dan cuenta los preparativos para la construcción del Templo, como en el período de Shlomó, (Ezrá, capítulo 3, versículo 7), la reanudación del orden en el Templo acorde a lo regulado por David (Ezrá, capítulo 3, versículo 10), la designación de Shashbatzar y de Zerubabel, de la casa de David, a la cabeza de los inmigrantes (Ezrá, capítulo 1)y particularmente, los conceptos de Jagai (Capítulo 3, versículo 3) y Zejariá (capítulo 1, versículos 16-17)
La concepción mesiánica y la idea del “remanente” en el espíritu de las profecías de los días postreros, colmaron los corazones (de Jagai, capítulo 2, versículos 6-9 aprendemos que contempló al Templo como el primer requisito para la realización de la profecía de los días postreros, y por ende “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera”. Y lo mismo se desprende delos conceptos de Zejariá). Había un gran sentimiento de dejar atrás los pecados de los antepasados (por ejemplo, Ezrá, capítulo 9, versículo 7) de hacer “como está escrito” (Ezrá, capítulo 3, versículo 2) y prepararse para la concreción de las visiones de los profetas.
A este estado anímico están dirigidas las palabras de los líderes del pueblo y en este espíritu ejercieron influencia sobre el mismo. En los conceptos de los ancianos a Tatnai sobrevuela un espíritu de reconocimiento del pecado (Ezrá, capítulo 5, versículo 12) y tambien palpita en las plegarias de Ezrá y Nejemiá (Ezrá, capítulo 9, versículos 6-15; Nejemiá, capítulos 1 y 9) y a partir de la fuerza de este reconocimiento, Ezrá moviliza a un gran público y lo encamino hacia el arrepentimiento, a la confesión de sus pecados y los de sus antepasados y los lleva a este doloroso sacrificio de la separación de las familias.
No obstante, en la continuidad de los conceptos se nota que, entre los retornantes, también había personas que no acordaban plenamente con Ezrá y sus compañeros (Por ejemplo, en Ezrá, capítulo 10: el Cohen Gadol, el Sumo Sacerdote, no coopera con Ezrá y lo mismo hacen la mayoría de los príncipes), pero no llegaron a conformar un movimiento de rebelión ni influyeron sobre muchos integrantes del pueblo.
En todas las concentraciones del pueblo, empezando por la de Ezrá y hasta la rúbrica del pacto en la época de Nejemiá, participó una gran cantidad de público, hombres, mujeres y niños. A pesar de la dificultad económica, los conceptos de Jagai y Zejariá, Ezrá y Nejemiá, funcionaron, y el pueblo puso manos a la obra para tareas como la construcción del Templo, la construcción de la muralla de Ierushalaim, la separación de las familias y la aceptación del yugo de los preceptos.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Extraído del Tanaj con el comentario Daat Mikrá, Ediciones Mosad HaRav Kuk, Ierushalaim, Introducción al libro de Ezrá y Nejemiá