En el episodio de los espías, no encontramos una referencia crítica abierta. Por el contrario, parece que la misión de los espías fue exitosa, y los espías regresaron al encuentro de Yehoshua con buenas noticias. A pesar de ello, a partir de una nueva observación, se puede identificar en los detalles del relato juicios y evaluaciones negativas. La problemática principal es que el episodio de Rajab es la primera aproximación a la problemática de la no expulsión de los pueblos de la tierra. Dicha problemática se intensifica en la continuidad del libro.
En el episodio de los espías se puede hallar una crítica al liderazgo de Yehoshua quien envió espías a pesar de haber recibido la promesa explícita concerniente a su éxito en la conquista de la tierra, y en particular en relación a los espías, que a partir de su conducta pasiva se complicaron en el episodio de Rajab. La imagen de Rajab también recibe una evaluación crítica, siendo que ella es descripta como aquella que actuó a partir de una motivación interesada y no por razones ideológicas, a diferencia de otras figuras del Tanaj, que colaboraron con Israel a partir de una convicción y el deseo interior, como el ejemplo de Yael frente a Sisrá.
La concepción aceptada de la ley y el relato bíblico, en lo concerniente a los habitantes de la tierra de Kenaan niega toda posibilidad de alianza con los Kenaanim. La revelación de dicho enfoque está esparcida por los libros de la Torá en sus matices. El precepto de destruir a todos los habitantes de Kenaan sin excepción alguna, está fijada en la estructura teológica del libro Yehoshua (Vean, por ejemplo, capítulo 10, versículo 40; capítulo 11, versículo 20) y sus principios fueron oídos incluso por los Guivonim: “Y ellos le respondieron a Yehoshua, y dijeron: Porque ciertamente tus siervos fueron informados de que el Señor tu Dios había mandado a su siervo Moshé que les diera toda la tierra, y que destruyera a todos los habitantes de la tierra delante de vosotros; por tanto, temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de vosotros, y hemos hecho esto” (Yehoshua capítulo 9, versículo 24)
El relato de la salvación de Rajab se contrapone al mandamiento explícito de destruir a todos los habitantes en la tierra de Kenaan. El hecho de que Rajab era una prostituta canaanea sólo complica un poco más la lectura según la cual el ingreso de Rajab al pueblo de Israel se dará de un modo simple. La ampliación enfatizada en las palabras del texto: “Los jóvenes espías fueron y sacaron a Rajab y a su padre y a su madre y a su hermano, y todo lo que poseía, y a toda su familia sacaron y la llevaron fuera del campamento de Israel”(Yehoshua capítulo 6, versículo 23), agudiza la problemática de la proporcionalidad de eludir los mandamientos de la destrucción y el conflicto relacionado con ella. Además de ello, no hay un mandamiento de Dios sobre el envío de los espías y ni siquiera una referencia de Dios a la salvación de Rajab. Este hecho contribuye a la sensación de que la salvación de Rajab no estaba bien vista. El episodio de Rajab es la primera aproximación del problema de no desterrar a los pueblos que viven en la tierra. Este problema se intensifica con el progreso del libro.
La revelación de dicho enfoque está esparcida por los libros de la Torá en sus matices. El precepto de destruir a todos los habitantes de Kenaan sin excepción alguna, está fijada en la estructura teológica del libro Yehoshua (Vean, por ejemplo, capítulo 10, versículo 40; capítulo 11, versículo 20) y sus principios fueron oídos incluso por los Guivonim: “Y le dijeron a Yehoshua, el Eterno nos ha entregado en nuestras manos toda la tierra y desfallecen ante nosotros todos los habitantes de la tierra.”
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".