Los Cohanim (Sacerdotes) tienen una función espiritual significativa: servir en el Santuario, enseñar la Halajؘá, y ser hombres de bien y pacíficos. Las singulares prohibiciones de los Cohanim los elevan por sobre las duras aristas de la realidad.
En principio, los primogénitos estaban llamados a ser los Cohanim. Así, todas las familias estaban relacionadas con la santidad, ya que en cada familia había un Cohen, que estaba enteramente dedicado a cuestiones de santidad. Pero en la práctica, en lugar de que los primogénitos influyeran sobre todo el pueblo, el ámbito de lo mundano tornó borrosa la singularidad de los primogénitos, y ellos fueron arrastrados tras el pueblo y cometieron el pecado del becerro de oro.
A fin de educar Cohanim que realmente sean hombres espirituales que no se vean influenciados por la intensa vida mundana, era necesario consagrar a una familia completa para el cargo del sacerdocio, una familia cuya única función sea la de fortalecer la santidad y la espiritualidad en el seno del pueblo de Israel. Por ello, luego del pecado de los primogénitos Aharón y sus hijos fueron elegidos como Cohanim.
Los Cohanim tenían dos funciones centrales: una la de educar y enseñar la Halajá (Ley Judía) al pueblo de Israel, y la segunda, la de ser gente de bien y de paz. Tal como era Aharón el Cohen “amante de la paz, buscador de la paz, amante des criaturas y los acercaba al camino de la Torá” (Pirkei Avot, Ética de nuestros padres, capítulo 1, Mishná 12)
Para permitirle a los Cohanim desarrollar estos dos fundamentos, la sabiduría y el bien, la Torá determinó que los Cohanim no recibirán heredad en la tierra de Israel, y sus sustento estará basado en las donaciones y los regalos del sacerdocio que los hijos de Israel les entregarán, y por medio de ello los Cohanim podrán dedicarse al estudio de la Torá, a la educación y la guía del público. Y a partir de que habrán de recibir sus regalos del pueblo de Israel, estarán relacionados con ellos con amor y gloria, y se esforzarán en cumplir con su misión espiritual en beneficio de todo el pueblo de Israel. Y en efecto, a partir del hecho de que no poseen tierras ni tienen participación en la competencia económica, podrán, desarrollar más fácilmente el amor y el bien para todo el pueblo.
La Torá destinó preceptos singulares para los Cohanim, para consagrarlos y capacitarlos para su tarea espiritual. Las singulares prohibiciones de los Cohanim, en el ámbito de la familia y la pureza, estaban destinadas a elevarlos por sobre el duro entorno de la realidad.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj y Maor Horowitz, Academia Rabínica "Har Brajá".