El argumento de los hijos de Iosef provino del singular esfuerzo que se les demandó para resolver algunas dificultades en la concreción del asentamiento en sus tierras: los bosques y los carros de hierro. La reacción de Yehoshua fue decisiva: no hay atajos y se puede afrontar las dificultades.
Los hijos de Iosef le reclamaron a Yehoshua al sostener que fueron perjudicados con una heredad insuficiente. El argumento de ellos era infundado desde un inicio, ya que la superficie del territorio de las dos tribus era muy grande. El problema no era la dimensión de la heredad que les fue asignada sino el particular esfuerzo que se les demandaba para resolver las grandes dificultades a fin de concretar su asentamiento.
Ellos debían afrontar dos problemas: a Efraim le molestaban los bosques, que en esos días cubrían la montaña y reducían el área de siembra, y a Menashé le fue concedido el valle, en el cual se hallaba el Kenaaní con los carros de hierro reales, que el pueblo de Israel no tenía como contrarrestar.
El camino fácil es el de abstraerse del afrontamiento de las dificultades y buscar otra suerte y un lugar en el que no haya problemas. Por ello, la respuesta de Yehoshua fue contundente: la postura de los hijos de Iosef refleja sus dificultades internas y no la realidad. No hay atajo ni camino más accesible para adquirir la tierra, y en lugar de desviarse hacia otro sitio, los hijos de Iosef deben lidiar con el enemigo y las fuerzas de la naturaleza y aprestarse en dos direcciones-la guerra y el asentamiento.
Yehoshua les respondió con el mismo argumento: “Si eres un pueblo tan grande, sube para ti al bosque” (Versículo 15)-si eres tan numeroso pues podrás lidiar con la naturaleza de la tierra y con el bosque y establecerte allí. El agricultor hebreo implementó grandes innovaciones en el paisaje de la tierra e hizo posible el asentamiento en la zona montañosa, que anteriormente era escaso. Él deforestó el bosque, construyó escaleras y creó nuevas áreas de siembra, y halló formas las aguas de la montaña en pozos encalados que le abastecieron de agua para su necesidad y el riego.
Yehoshua aprendió de las dos bendiciones de Moshé la doble propuesta que le hizo a las tribus de Efraim y Menashé. Por un lado, Iosef recibió la bendición de la tierra “Bendecida de Adonai es su tierra: de lo excelso del cielo, del rocío; y del abismo que yace en lo bajo” (Devarim capítulo 33, versículo 13) y el bosque que obstruye su camino revela el bien oculto en la tierra; por otro lado, Iosef obtuvo la fuerza para combatir “cuernos de búfalo son sus cuernos. Con ellos, a pueblos corneará” (Devarim capítulo 33, versículo 17)
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Vaanavá-Iunim beYehoshua veShoftim”, ediciones Midreshet Hagolán