La grandeza de Shmuel

La grandeza de Shmuel

Shmuel, de una forma totalmente contraria a los hijos de Elí, es excelente y bueno tanto con Dios como con las personas. Su grandeza espiritual y humana se manifiesta en el episodio de revelación en nuestro capítulo.

 

Shmuel, que para su madre Janá era contemplado como: “Por este niño oré yo…” (Shmuel I, capítulo 1, versículo 27), no obstante, no solo para ella fue un sueño hecho realidad, sino para todas las tribus de Israel. Escribí en el capítulo alusivo a la concubina en Guibá, que precisamente a partir de un gran abismo moral, la mayoría del pueblo vio cuál es la acción correcta a realizar. Por consiguiente, cuando la maravillosa figura de Shmuel brilló, el pueblo de Israel reconoció al verdadero líder, a la luz del cual se encaminarán de aquí en adelante. Era el hombre que anhelaban, al cual se apegaron, y lo escucharon atentamente  sin dudar hasta su último día.

 

El capítulo anterior nos relata acerca de las cualidades básicas del joven Shmuel aún antes de convertirse en profeta. Él se destacó por la fidelidad a sus cargos en la casa de Dios. Era fiel a la enseñanza de Elí el Cohen Gadol (Sumo Sacerdote), su maestro, y era fiel al prestar servicio ante Dios. Y nuestro capítulo también comienza con esta cuestión: “El joven Shmuel servía al Señor en presencia de Elí…” (Versículo 1). Su excelente forma de comportamiento se destacó precisamente en función de la conducta de los hijos de Elí. Shmuel y los hijos de Elí abrevaron su educación y sus valores del mismo manantial: Elí el Cohen. Pero los resultados de esta educación fueron totalmente diferentes. Los hijos de Elí se convirtieron en: “hombres malvados, no conocían al Señor” (Capítulo 2, versículo 12), según el texto bíblico, acompañado por un trato humillante y degradante  hacia los hombres y las mujeres que llegaban a Shiló para servir a Dios.

 

A diferencia de ello, el versículo da cuenta de Shmuel: “Y el joven Shmuel crecía y progresaba por el bien, tanto con respecto al Señor, como con los hombres” (Capítulo 2, versículo 26). En el cielo resolvieron: Elí y sus hijos serán castigados con severidad, incluyendo la destrucción del Mishkán (Tabernáculo) de Shiló, mientras que Shmuel ocupará el lugar de Elí como juez y líder de Israel. En nuestro capítulo está descripta “la ceremonia” de inicio de Shmuel como profeta. Al principio, Shmuel no percibe que llegó el momento, la hora del recambio generacional y del liderazgo en el pueblo de Israel. Después de que Elí comprendió que Dios se le había revelado a Shmuel, no impidió que Shmuel lo entendiera e incluso le enseñó los quehaceres de un profeta en el pueblo de Israel, a pesar que sabía perfectamente que ello indica el final de su mandato como juez, Sumo Sacerdote y líder de Israel.

 

La particular grandeza de Shmuel se pone de manifiesto en este episodio de varias formas. La respuesta de Shmuel a Dios tras el tercer llamado de Dios a él: “Habla, que tu siervo escucha” (Versículo 10) es típica para aquel que está habituado por muchos años a la cuestión de la revelación, y no para quien habla con Dios por primera vez. No existe aquí pánico o confusión. Tenemos claro que Shmuel se preparó para ello durante mucho tiempo. Efectivamente, él se encaminó y creció con Dios y al llegar la profecía, Shmuel la aceptó con mucha naturalidad. Shmuel, en contraste con otros profetas, incluido Moshé Rabenu está listo para ser profeta inmediatamente, ya que él comprende que esa es el propósito de su vida y su rol en este mundo. También para ello estaba preparado. Pero no solo queda reflejada su grandeza espiritual, sino también su increíble humanidad.  A Shmuel le resulta dificultoso comunicarle a su venerado maestro los conceptos de la dura profecía. Su familia habrá de recibir un castigo muy severo, y le duele mucho la mala noticia que debe transmitirle a su anciano maestro. Tan solo después que Elí lo hizo jurar para que le compartiera la profecía, Shmuel le reveló a Elí la palabra de Dios. Aparentemente, dicho evento se hizo público entre las tribus y ellas lo aceptaron voluntariamente. De aquí en más, Shmuel comenzó a desempeñarse como el profeta aceptado por todas las tribus de Israel: “Y todo Israel, desde Dan hasta Beer Sheba, supo que Shemuel había sido confirmado como profeta del Señor.” (Versículo 20).

Una nueva época que incluye la recuperación espiritual y la reintegración de todas las tribus bajo el liderazgo de Shmuel ha comenzado.


 

Gentileza del sitio 929

 

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