Nuestro capítulo concluye con una amenaza según la cual Dios nos hará, Dios libre y guarde, lo que quería hacerles a los pueblos que moraban aquí. Ello ocurrirá, en la medida en que no expulsemos a los pueblos residentes en la tierra y ellos nos hagan pecar. La tierra es nuestra tierra con la condición de que observemos los preceptos de Dios.
Moshé Rabenu resume los traslados de los hijos de Israel desde el momento de la salida de Egipto, a través de la marcha por el desierto hasta traerlos a las llanuras de Moab frente a Iardén Ierijó-el ingreso a la tierra de Kenaan. De este modo, se concretan en realidad los cinco vocablos de redención mencionados en el libro Shemot (Capítulo 6, versículos 6-8). En la previa del ingreso a la tierra de Kenaan “Y los he traído”, el quinto vocablo), Dios le recuerda al pueblo de Israel que el mismo está supeditado al hecho de que “Los tomaré yo a ustedes para mí por pueblo, y seré para vosotros por Dios” (Shemot capítulo 6, versículo 7). Esta es la razón por la cual es imperioso desterrar a los kenaanim de la tierra. Los residentes en la tierra de Kenaan eran paganos y a través de su permanencia en la tierra, podían llegar a provocar que el pueblo de Israel pecara. En ese caso, no se habría concretado el objetivo supremo de la salida de Egipto.
Este es el sentido de la amenaza que figura al final del capítulo: “Y ocurrirá que lo que pensé hacer a ellos, lo haré a ustedes” (Bamidbar capítulo 33, versículo 56). Dios no advierte y dice que su intención es la de expulsar a los pueblos de Kenaan de la tierra, debido a que pecaron numerosas veces, motivo por el cual, no son dignos de heredar la tierra, porque el pueblo de Israel cumple los preceptos de Dios. No obstante, si no seremos fieles a nuestra misión, pues Dios no lo permita, habrá de sucedernos lo que le debería ocurrirle a ellos. Estos conceptos nos recuerdan las palabras del primer comentario de Rashi en la Torá, que establece que la tierra le pertenece a Dios y acorde a su voluntad se las entregó a los pueblos de Kenaan y de acuerdo a su voluntad se las quitó y nos la entregó a nosotros. Sin embargo, aquel que observa en forma profunda los conceptos, puede ver que los mismos aluden a las palabras del profeta Irmiyahu (Capítulo 27, versículo 5) al decir que el pueblo de Israel no goza de inmunidad ni seguridad para heredar la tierra, de lo cual se infiere, que quien era recto a ojos de Dios en ese momento, era precisamente el rey de Babel. Aquí, Dios comunica que debemos tener presenta que la herencia de la tierra, está condicionada al nivel espiritual del pueblo de Israel.